martes, 17 de mayo de 2011

viernes, 6 de mayo de 2011

Seis jueces para una traición


Seis nombres han protagonizado la legalización del brazo político de ETA, seis nombres que son los responsables de haber abierto la cancela de nuestros ayuntamientos al terror. No, no es el sistema, ni las instituciones, ni cualquier otro ente abstracto y anónimo de esos en los que tanto gustan de ocultarse los hacedores de traiciones, han sido seis jueces tienen que nombre, apellidos y cara, mucha cara.

Las puertas de nuestros ayuntamientos se han abierto y un aire fétido, nauseabundo, ya empieza a inundarlo todo, porque gracias a estos señores del Tribunal Constitucional la ultraizquierda más violenta de Europa regresará a la vida pública. Gracias a estos seis sujetos cientos de radicales podrán ocuparan cargos por los que recibirán un sueldo que pagaremos entre todos y que les permitirá liberarse de la siempre enojosa y cansada tarea de trabajar, pudiendo, ahora sí, dedicarse por fin a amargarnos la vida al resto de los ciudadanos a tiempo completo.

Las consecuencias de la irresponsable decisión tomada por esta jarca tendrán un profundo calado. Posiblemente ETA ya no será derrotada. El final de ETA, tal y como ellos deseaban, será negociado, lo que les dará aun después de su desaparición carta de legitimidad.

Sus victimas pasarán a la historia convertidas en ajusticiados en lugar de asesinados, sus pistoleros pasarán de ser delincuentes a ser combatientes y las fuerzas de seguridad quedarán como meros órganos de represión armada usados por el Estado para intentar durante años solucionar por la vía de la fuerza un conflicto de carácter político.

Y todo esto, para desesperación de toda persona decente, cuando el fin de ETA estaba tan cerca, precisamente cuando ETA escondida en su madriguera, sin el dinero público y sin su santuario francés, se ahogaba en su propio vómito, ante la complacencia de una sociedad, la vasca, que día a día aprendía a vivir con un poco menos de miedo.

Pero ha sido superior a ellos, no han podido evitarlo. Los Rubalcabas, los Zapateros, los Pachis López, en fin los socialistas, no podían dejar que la extrema izquierda más mortífera de occidente terminara así sus días, al fin y al cabo son camaradas, hermanos de comunión en esa iglesia de sangre y odio que es, ha sido y será el marxismo.

Zapatero siempre ha defendido que había que ofrecerles a estos "camaradas descarriados", pero camaradas al fin y al cabo, un puente de plata, una rendición honrosa, una salida negociada, en la que ETA terminara sus días como interlocutor legítimo de un gobierno democrático.

Convencido como estoy de que en demasiadas ocasiones los autores de muchos hechos vergonzosos se esconden tras las siglas de los partidos o tras los nombres de las instituciones para ocultar su protagonismo y su responsabilidad individual en la ejecución de tales hazañas, permítanme que les presente a los seis magistrados a los que tanto debemos los españoles.

El presidente del Tribunal, Pascual Sala: nombrado recientemente presidente de TC. Dado que el Tribunal tiene actualmente mayoría izquierdista, sólo otro progresista podía competir por la presidencia y este fue Manuel Aragón.

Pero Manuel Aragón siempre quiso que el fallo sobre la reforma catalana sirviera para recoger de forma solemne la indisoluble unidad de una única nación, la española, proclamada en la Constitución, y una sola soberanía, la que corresponde al conjunto del pueblo español, mientras Sala, a su vez, abogó por interpretar las declaraciones del Estatuto como reflejo de la pluralidad dando de esta forma prueba fehaciente de su lealtad a Zapatero aunque puede que no resultara tan convincente su lealtad al espíritu y la letra de la constitución. ¿Resultado? Sala era nombrado a primeros de este año presidente del TC ¿A que empieza a entender un poco mejor la sentencia sobre Bildu?.

Eugeni Gay: principal valedor del Estatuto de Cataluña y ahora adalid de los proetarras. En fin, todo un patriota.

Pablo Pérez Tremps: tuvo que ser recusado en el caso del Estatuto, pues había sido contratado por la Generalidad para su redacción. No contento con ser uno de los autores del estatuto que terminó haciendo saltar por los aires buena parte del espíritu de la Constitución, ¡pretendía juzgar su legalidad! Eso sí que es ser juez y parte ,que diría un castizo. En fin, en esta ocasión el ilustre jurista sí ha podido dar satisfacción a sus patrióticos instintos y nos ha legalizado a los proetarras.

Elisa Pérez Vera: esta jurista es la prueba viviente de que hay personas que no tienen escrúpulos cuando está en juego su carrera. Elisa Pérez Vera denunció en 1996 la inconstitucionalidad de la cesión de impuestos a las comunidades autónomas, pero algo más de una década después y tras una carrera apadrinada por Cháves y el PSOE se encuentra sentada en el Tribunal Constitucional, el mismo tribunal ante el que denunció la cesión de impuestos, cuando libre del polvo del camino aun creía en la solidaridad y la igualdad. Hoy, mucho más poderosa y socialista de lo que era hace algo más de una década, no sólo no cuestiona la cesión de impuestos, sino que apoya la legalidad del Estatuto de Cataluña y por último la entrada de Bildu en los ayuntamientos. Sin duda una biografía de lo más gratificante.

Adela Asúa: uno de los últimos fichajes de Zapatero y Rubalcaba para el TC. Nombrada sólo hace unos meses, cuando las negociaciones del Gobierno y ETA hacían necesaria una sentencia judicial favorable para que el Gobierno cumpliera su parte del acuerdo con los terroristas (franquearles el paso a las instituciones). En este contexto se recurrió a Adela Asúa que era bien conocida en el ámbito jurídico por sus teorías en contra de la ley de partidos y de la ilegalización de Batasuna. Lo único que podemos decir de esta reconocida izquierdista es que ha cumplido con aquello para lo que fue elegida por el PSOE.

Luis Ignacio Ortega: uno de los últimos fichajes del TC a propuesta del PSOE. No ha defraudado a sus padrinos, ha cumplido con los que se espera de él: legalizar el brazo político de ETA.

Espero que algún día el pueblo español tenga la oportunidad de explicar a tan ilustres letrados la diferencia entre la Ley y la Justicia. Y ya que ellos han tenido la gentileza de enseñarnos hasta dónde se puede llegar con la Ley en la mano, que ese día, en agradecimiento, se les demuestre a estos juristas hasta dónde se puede llegar con la Justicia.


Una cosa no es justa por el hecho de ser ley. Debe ser ley porque es justa.

Montesquieu

Desgraciada la generación cuyos jueces merecen ser juzgados.

El Talmud

miércoles, 4 de mayo de 2011

Carta de Ultramar



Estimado Winston.

A raíz de tu comentario a los acuerdos de Schengen, se me ocurrió tomarme el atrevimiento de hacer yo mismo algunos comentarios sobre lo que sentí en España respecto del tema inmigración. Ante todo sentí sorpresa, porque jamás pensé que las cosas fueran como las pude ver. Luego decepción, porque en Argentina nos habían “vendido” otra realidad. Si era tan difícil entrar en Europa (y en particular en España) ¿Porqué y de dónde venía esa gente que a todas luces no contaba ni con un antepasado español? ¿Y porqué era tan difícil para los argentinos que en definitiva sólo hacían un camino inverso al de sus antepasados entrar en Europa, habiendo entrado muchos millones de personas de otras razas y de otras culturas, siendo que la demografía está en contra y no justamente a favor de Europa?

Y conste que para nada me interesa defender a los argentinos que van a buscarse a vida a España, porque a la gran mayoría los mueve un criterio económico del todo ajeno a mis reflexiones, pero jamás aceptaré que no seamos de sangre europea quienes objetivamente lo somos, aunque nuestro destino de criollos sea propio y particular, además de irrenunciable. Ahora, irónicamente crisis de por medio, no sólo están volviendo los que se fueron, sino que ya hay españoles radicándose en Argentina. Enhorabuena.

Lo cierto es que tomando un bus de Zaragoza a Madrid, era el único “cara pálida” a bordo. El único “europeo” (con perdón) que al pasar por Medinaceli podía pensar en Pound o en el Cid, emocionado aún sin poder conocer ese mítico pueblo, distante a unos cuatro kilómetros de la ruta, si mal no recuerdo. Pero esta es una anécdota. Volvamos al tema central.

Fui a España con mi orgulloso pasaporte italiano en el bolsillo (¡Salve Roma aeterna!) pero los amigos me decían: -“mira hombre, si te fueras a quedar en España, te convendría olvidarte de ese pasaporte y pedir las ventajas de un inmigrante”. Pero yo no iba a quedarme, y pese a que con criterio económico muchos españoles no hacen diferencias entre la sangre europea y una que no lo es, prefiero compartir el destino glorioso de las últimas legiones de ultramar, y si se me permite el neologismo, considerarme un romano criollo.

Tardé unos días en comprender la situación que me rodeaba, pero finalmente no variaba demasiado de la existente en mi país, aunque creo que las clases medias argentinas tienen menos complejos a la hora de defender lo que creen suyo. Acusarnos de nazis sería aquí mucho más difícil que en España, ya que el criollismo es un concepto mucho menos racial que cultural, y sería muy poco creíble endilgarle a un criollo amor a la esvástica o al germanismo. Siempre nos hemos movido con otros criterios y en otra realidad.

El tema es que tuve la devoción de acercarme a nuestros antepasados y a la Europa de ultramar que llevo dentro del alma y que motiva de uno u otro modo todos mis escritos, la Europa anterior que trajeron a este continente los nuestros desde hace siglos ya no estaba por ninguna parte. No podía hablar de ella con europeos cegados por la inmigración desde un punto de vista estrictamente económico, lo que equivale a decir materialista, lo cual me descolocaba, aunque a todas luces nada tengo yo que ver con los inmigrantes que llegan cada día a Europa desde los países árabes, desde África o Ecuador. Esos inmigrantes están cómodos y protegidos y a los europeos actuales a lo sumo los mueve (no los poetas como decía José Antonio) sino el terrorismo económico. Yo no pertenezco a los unos ni a los otros. Yo buscaba eso que buscan los que no se resignan a una tan pobre realidad. Buscaba a Europa como criollo, como romano, como un hombre de ultramar que custodia en las mágicas lejanías de una ciudad mítica llamada Buenos Aires, un bellísimo grial traído en los corazones y en las bodegas de los barcos. ¿Quién será hoy digno de tan preciado legado? ¿Quién comprenderá la dimensión eterna de lo que buscamos?

Buenos Aires, otoño de 2011
Juan Pablo Vitali