lunes, 8 de agosto de 2011

Invictus

Normalmente, el poco tiempo del que dispongo para incluir nuevas entradas en este blog suelo dedicarlo a la actualidad o a la política. Pero hoy permítanme que, a modo de un pequeño alto en el camino, dedique una entrada a la poesía. No a la poesía universal ni a la historia de la poesía. No, no se asusten, seré infinitamente más breve, hoy me limitaré a presentarles uno de mis poemas predilectos que espero sea de su agrado.

El poema en cuestión se titula "Invictus", escrito por el poeta ingles William Ernest Henley. Desafortunadamente el poema fue conocido por el gran público gracias a la película que lleva su nombre, realizada por Clint Eastwood, para mayor gloria de Nelson Mandela (a mi juicio inmerecida o cuando menos muy matizable).

De esta forma y gracias al poder de Hollywood, este magnifico poema fruto de la Civilización Occidental, ha quedado injustificablemente unido a la imagen de un político africano. En fin, desembarácense de esa absurda imagen que el celuloide nos ha trasmitido, disfruten de él y recuerden que cuando William Ernest lo escribió Mandela ni siquiera había nacido.

                                                              William Ernest Henle

 Texto original en inglés: 

INVICTUS
Out of the night that covers me,
Black as the pit from pole to pole,
I thank whatever gods may be
For my unconquerable soul.
In the fell clutch of circumstance
I have not winced nor cried aloud.
Under the bludgeonings of chance
My head is bloody, but unbowed.
Beyond this place of wrath and tears
Looms but the Horror of the shade,
And yet the menace of the years
Finds and shall find me unafraid.
It matters not how strait the gate,
How charged with punishments the scroll,
I am the master of my fate:
I am the captain of my soul.

Versión en español (Para ver más versiones)
INVICTUS
En la noche que me envuelve,
negra como un pozo insondable,
doy gracias al dios que fuere
por mi alma inconquistable.
En las garras de las circunstancias
no he gemido ni llorado.
Ante las puñaladas del azar
si bien he sangrado, jamás me he postrado.
Más allá de este lugar de ira y llantos
acecha la oscuridad con su horror,
no obstante la amenaza de los años
me halla y me hallará sin temor.
Ya no importa cuán recto haya seguido el camino,
ni cuántos castigos lleve a la espalda,
soy el amo de mi destino,
soy el capitán de mi alma.

Es más que posible que este poema fuera inspirado por las terribles dificultades a las que William Ernest tuvo que enfrentarse desde niño fruto de su mala salud. A la edad de doce años Henley fue víctima de la tuberculosis de los huesos. Años después la enfermedad había alcanzado su pie y los médicos anunciaron que la amputación por debajo de la rodilla sería la única forma de preservar su vida. Su incapacitación física dejó otro legado literario en la forma de Long John Silver, el personaje con pata de palo creado por su amigo de Edimburgo, Robert Louis Stevenson, en "La Isla del Tesoro".

A pesar de su brevedad este poema es una lección magistral de dignidad personal y de coraje. Ojalá cualquier Dios que pueda existir nos dé a todos el valor y la fortaleza necesaria para ser los amos de nuestros destinos, los capitanes de nuestras almas.
 
PD: Quisiera dedicar esta entrada especialmente a los camaradas Ignacio y Pedro, por su alma inconquistable, porque en las garras de las circunstancias ni han gemido, ni han llorado, ni se han rendido.

jueves, 4 de agosto de 2011

El federalismo anti inmigración


Malos tiempos estos en los que nos ha tocado vivir a aquellos que aun creemos en España.

Y no hablo de ideologías, hablo del concepto de Pueblo, de Nación, hablo de algo que por encima de credos, de ideologías, de clases sociales o de patrias chicas, une a todos los miembros de una comunidad.

Sí, puede que muchos hayan olvidado lo que es, pero hablo de la Patria, de ese lugar común en que hombres distintos de un mismo Pueblo se encuentran en comunión y a su llamada son capaces de olvidar, o al menos posponer, sus diferencias para acudir como un solo hombre en su ayuda, con la certeza de que lo que se defiende está por encima de cualquier disputa, de cualquier diferencia.

Para aquel que lo quiera entender hablo del espíritu del Dos de Mayo, cuando Daoíz y Velarde, capitanes de artillería, se batieron el cobre hombro con hombro con modistillas y aprendices de mil oficios. Hablo de cuando en las calles de Madrid el noble ya anciano empuñaba el sable de algún glorioso antepasado y compartía parapeto con el modesto sastre que, a falta de un arma mejor, empuñaba con fiereza las tijeras propias de su arte. Y entre todos ellos no faltaron los presos de la cárcel de Madrid, que ante la llamada de la Patria salieron a las calles a luchar bajo palabra de honor de regresar a prisión terminada la jornada, como así hicieron.

El Dos de Mayo de 1808 en las calles de Madrid había un Pueblo, el español, que ante la llamada de la Patria supo responder como un solo hombre, y por encima de cualquier diferencia supo morir y matar como lo que eran, hermanos de sangre.

Pocas décadas han hecho falta para destruir buena parte de ese espíritu. Muchos han sido sus enemigos y pocos sus defensores. El internacionalismo de la izquierda que vino a enseñarnos que la tierra es del viento, el individualismo neoliberal en el que mientras a mi me vaya bien no me importa lo que les ocurra a mis compatriotas, los nacionalismos periféricos, el multiculturalismo, la mundialización, el marxismo cultural...

Y todos ellos se fortalecieron a la sombra de un régimen, de un sistema político diseñado específicamente para conseguirlo: un sistema federal creado para alimentar disputas y diferencias al que eufemísticamente llamaron “de las autonomías”.

Y es que el federalismo es a la Patria lo que el individualismo neoliberal es a los Pueblos.

Y cuando aquellos que seguimos considerándonos patriotas en estos tiempos ingratos creíamos haberlo visto todo, cuando creíamos que ya conocíamos todas las máscaras tras las que se ocultan nuestros enemigos, aparece una nueva cabeza de esta hidra de aliento venenoso contra la que nos batimos: el federalismo anti inmigración.

A la sombra del éxito electoral obtenido por Plataforma por Cataluña y ante la promesa de financiación comienza a fraguarse un engendro. Aun está por ver la forma que asume este último dislate político, pero todo apunta a una federación de plataformas que, inevitablemente, repetirá en el seno de su organización los males y los defectos de este sistema que nos esta destruyendo como Pueblo.

Por desgracia algunos patriotas se han dejado arrastrar por sus cantos de sirena. Unos, bien intencionados, otros meros arribistas que apuñalarían a su madre por una plaza de concejal. A estos últimos, los arribistas, no tengo nada que decirles, sólo mostrarles mi agradecimiento por sanear con su marcha las formaciones a las que pertenecían.

A los bien intencionados, les dejo unas preguntas que espero les hagan reflexionar. ¿Cuál será la definición de España de vuestra nueva casa? ¿La de concepto discutido y discutible? ¿Tendréis una definición por cada una de las plataformas? ¿Cuál será vuestro modelo de estado?

Mal negocio habéis hecho...

Afortunadamente, aquellos que seguimos creyendo en que nuestra fortaleza reside en la unidad frente al federalismo que, como dije anteriormente es a la Patria lo que el individualismo liberal es a los Pueblos, seguimos en pie dispuestos a luchar y más animosos y unidos que nunca.

Los hombres que componían las moras de Esparta, las falanges griegas, las legiones romanas, los tercios españoles, la guardia imperial de Napoleón o cualquier otra unidad que durante siglos supo enfrentarse y vencer a tropas muy superiores en número, tuvieron algo en común: individualmente no tenían por qué ser mejores que sus enemigos, pero eran sabedores de que su fortaleza residía en la cohesión inquebrantable de sus filas, capaces de resistir los envites de sus enemigos.

Creer que se puede defender a España dentro de una formación política que reproduce en su seno los mismos males que la corrompe es un desatino difícil de explicar y que sólo encuentra justificación en la ceguera que produce la fiebre del oro.

Una fiebre ésta del dinero capaz de cegar a algún incauto patriota hasta el punto de ver un aliado en una fuerza de corte independentista, partidaria del estatuto catalán que dinamita la igualdad entre los españoles, o de las selecciones deportivas de las autonomías en competiciones internacionales.

Y todo porque al ser anti islámicos ya se les supone aliados. ¿Si Bildu se declara anti Islam entrará en vuestra federación?

Afortunadamente, para la mayoría de los patriotas, la búsqueda de la tan deseada financiación sigue siendo sólo un medio para luchar por unos ideales. Es deplorable que para otros se haya convertido en un fin, y en su afán por encontrarla hayan perdido sus ideales.

Una vez alguien dijo: "No tengáis miedo a ser valientes". No importa cuántas cabezas tenga la hidra a la que nos enfrentamos. Ayer eran mil y hoy, con el federalismo anti inmigración, son mil y una. Tanto da que da lo mismo.

Una vez más no tengáis miedo de ser valientes, muchas veces han anunciado la extinción de los patriotas, pero le duela a quien le duela, entre el monstruo de mil caras y la extinción de nuestra Patria aun se interpone una legión, un tercio, una falange de hombres de honor que no se avergüenzan de sentirse patriotas.

Como dijo Ramiro de Maeztu: "La patria es espíritu. Ello dice que el ser de la patria se funda en un valor o en una acumulación de valores, con los que se enlaza a los hijos de un territorio en el suelo que habitan."

Es decepcionante que algunos que se dicen patriotas hayan podido confundir los valores de los que hablaba Ramiro de Maeztu con la financiación y el anti islamismo.