lunes, 27 de febrero de 2017

De la injusticia al odio



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Todo buen gobernante desea y ha deseado a lo largo de la historia contar con la adhesión de sus ciudadanos. No todos lo han deseado por bondad, es cierto, muchos son los que deseaban ganarse el corazón de su pueblo por una mera cuestión práctica. Pero seamos sinceros, sea cual sea la raíz de ese deseo de cohabitación feliz no parece un mal arreglo, pues cuando el pueblo es feliz y está conforme con sus gobernante, pueblo y mandatarios duermen mucho mejor.

De Maquiavelo a Carlos Marx, pasando por Platón, no creo que ningún teórico de la política haya dejado de tratar este punto con mayor o menor acierto. Los estados modernos tampoco son ajenos a tan importante diatriba, o no deberían serlo. ¿Cómo ganarse el afecto del pueblo? Esta pregunta y sus respuestas son un factor determinante para la supervivencia del propio Estado y, en ocasiones, de la propia nación, pues un pueblo desafecto a su Estado no suele mostrarse muy dispuesto a luchar contra un enemigo externo e incluso, en casos extremos, puede llegar a aliase con el invasor.

No nos resultara difícil encontrar ejemplos a lo largo de la Historia y en la cultura popular que nos dejen bien a las claras que la buena o mala aplicación de la Ley y la Justicia es uno de los factores determinantes a la hora de conseguir el respaldo del pueblo… o de perderlo.

El rey Salomón, por ejemplo, sigue siendo alabado como el rey más sabio y justo de la historia, al menos así lo recoge la Biblia, el Tanaj, el Corán y la Leyenda Aurea. Sus mayores méritos fueron su inteligencia innata y su sentido de la justicia. Lope de Vega (nuestro Lope) presenta constantemente a un Rey que premia o castiga a cada uno según haya sido su actuación: el Rey en las obras de Lope representa la justicia suprema, lo que explica el respeto y lealtad que sus súbditos le brindan.

La buena aplicación de la Justicia es de tal eficacia a la hora de granjearse el apoyo del pueblo que no pocos imperios han conseguido congraciarse con los pueblos sometidos bajo sus dominios usando la buena aplicación de la Justicia. Por supuesto en este apartado no podemos olvidar al Imperio Romano pues una de las bazas más importantes de la romanización era la implantación del Derecho Romano; no resultará muy difícil imaginar el efecto que entre los más desprotegidos debía causar una sentencia de las autoridades romanas en la que se condenara a un noble local a resarcir un daño causado a algún pobre diablo, no pocos pensarían que puede que la ocupación romana, al final, no fuese tan mala y muchos percibirían como cierto aquel aforismo que afirma que “La ley es la fuerza de los débiles”. Y la Ley eran los romanos, ya no tenían que temer los abusos ni las arbitrariedades de los señores: las legiones de Roma eran su fortaleza porque Roma era la Ley.

En épocas más recientes podemos encontrar cómo el propio Imperio Español se sirvió de esta herramienta que supone la eficaz y ecuánime administración de justicia a la hora de ganarse el corazón de los pueblos. Son muchos los testimonios en los territorios hispano-italianos en los que los propios italianos muestran su asombro por la rectitud de la justicia imperial. Algunos de estos testimonios que han llegado hasta nuestros días son precisamente quejándose de su equidad al no atender al “quién” sino al “qué”. Lógicamente este tipo de quejas la presentan los nobles italianos que no comprendían cómo se permitía que fuesen humillados en los tribunales frente a sus oponentes, siendo estos de inferior rango social.

Baste mencionar como ejemplo al noble y poeta napolitano Galeazzo di Tarsia que se quejaba amargamente al haber sido condenado al destierro por el Virrey por cosa tan nimia a su entender como “conducta tiránica con sus colonos”… Sería razonable suponer que los colonos de este señor, así como los colonos de los nobles de los contornos, debieron empezar a percibir su pertenencia al Imperio Español con mejores ojos ¿No les parece? Este ejemplo no fue ni mucho menos una excepción como demuestran las quejas del embajador veneciano, Suriano, que protestó enérgicamente cuando los españoles, contra toda lógica… ¡aplicaban las leyes sin prestar atención a la naturaleza noble o plebeya del acusado!

Lo interesante de este tema es que, como casi todos los factores que intervienen de forma determinante a la hora de congraciar a los gobernantes con los ciudadanos, la eficaz y ecuánime aplicación de la Justicia es también un vector bidireccional o, dicho de otro modo, si una eficaz administración de Justicia une al ciudadano con las autoridades y el Estado, una pésima y manifiestamente injusta administración de Justicia es una de las cuestiones que mayor desafección, e incluso rechazo, pueden generar en la población con respecto a las instituciones. Algo que Mariano Rajoy y los presidentes del gobierno que le precedieron en el periodo democrático parecen haber olvidado sin excepción.

Las constantes arbitrariedades, los abusos y la indisimulada politización de la Justicia han llevado a una de la jueces más firmes y más dignas que tiene el desolador panorama judicial español, la juez Mercedes Alaya, a afirmar “Hay una justicia para poderosos y hay una justicia para los que no lo son”. Supongo que Galeazzo di Tarsia y el embajador veneciano Suriano estarán celebrando allí donde se encuentren que la justicia española por fin haya encontrado el recto camino.
Rita Maestre, mujer poderosa y empoderada donde las haya, campa a sus anchas sin que la justicia se atreva a condenarla por asaltar una capilla mientras que los jóvenes de Blanquerna se chuparán cuatro años de cárcel por interrumpir momentáneamente un aquelarre independentista. Urdangarín camina en libertad más fresco que una lechuga mientras la Pantoja intenta retomar su carrera después de una estancia en prisión por mucho menos. Y así caso a caso hasta la indignación general.

Cualquier cosa ya resulta creíble en nuestro grotesco sistema judicial, libreros encarcelados por vender libros que no están prohibidos, delitos de odio sólo si proceden de un determinado sesgo ideológico, sentencias del Tribunal Supremo que no se cumplen, terroristas excarcelados, destrucción de trenes enteros para destruir pruebas… Esta decadente espiral del absurdo está siendo protagonizada por unos jueces que deben sus cargos, sus honores y sus prebendas a la clase política española, la clase política más corruptas y numerosa del mundo: ¡cerca de 450.000 cargos públicos! Que se dice pronto.

Hay pocas traiciones a la patria peores que la destrucción de la Justicia porque pocas cosas la dañan de forma tan grave y difícilmente reparable. Una traición que por desgracia en España todos pagaremos caro.

domingo, 12 de febrero de 2017

Jane Anderson "The Georgia Peach”


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Algunas vidas son tan apasionantes que parecen haber ocurrido para poder ser contadas. Éste es el caso de Jane Anderson: escritora con talento para la ficción (según el mismísimo Joseph Conrad), periodista, corresponsal en tres guerras, locutora de radio durante el Tercer Reich y la principal propagandista del régimen del general Franco en el exterior. Una heroína para unos, una traidora para otros y una mujer de cautivadora belleza para todos.

Jane Anderson nació el 6 de enero de 1888 en Atlanta, Georgia, Estados Unidos. Por su belleza fue conocida como "The Georgia Peach”. En sus primeros años no encontramos nada de especial que pueda hacernos intuir la apasionante vida que protagonizará en el futuro. Nace con el nombre de Foster Anderson, su padre, Robert M. "Red" Anderson, era un amigo cercano de Buffalo Bill; su madre, Ellen Luckie Anderson, provenía de una rica y prominente familia de Atlanta.

Termina sus estudios en Dallas y en 1909 se muda a Nueva York, donde vivió hasta 1915. En esta ciudad se casa en 1910 con el conocido compositor y crítico musical Deems Tayloren. Durante el periodo de 1910 a 1913 es cuando se convierte en una exitosa escritora de cuentos que se publican en distintas revistas y periódicos de ámbito nacional. En 1915 abandona la ciudad de Nueva York para trasladarse a Europa donde pronto comienza su actividad como corresponsal de guerra escribiendo artículos e informes para el London Daily Mail. En 1918 regresa a EEUU y pone fin a su matrimonio con Tayloren.

En esta época Jane Anderson es amante del novelista Joseph Conrad que la utiliza como modelo para su heroína, Doña Rita, en la novela “La Flecha de Oro”, cuya historia se desarrolla en Marsella en la década de 1870 durante la tercera guerra carlista. Los personajes de la novela son partidarios del pretendiente español Carlos, poco podía imaginar la señorita Anderson en aquella época que su futuro estaría ligado a España, a esa España en la que los soldados carlistas formarían parte de los nacionalistas que intentaban salvar a su patria del comunismo.

ABC Sevilla 24 de Noviembre de 1933.
 En 1922 regresa a Europa como corresponsal y en 1934, tras convertirse al catolicismo, se casa con un noble español, el conde Eduardo Álvarez de Cienfuegos, estableciéndose con él en España. Cuando estalla la Guerra Civil Española (1936-1939) Anderson cubre la contienda para el London Daily Mail siendo su posicionamiento abiertamente favorable a los nacionalistas encabezados por el general Franco, a pesar de que Marcel Izrailevich Rosenberg, embajador de la Unión Soviética en la república española, le llega a ofrecer 150.000 dólares para hacerse cargo de la dirección de prensa y propaganda.

Sus abiertas simpatías por el bando Nacional terminaron pasándole factura: el 13 de septiembre de 1936 fue capturada y encarcelada acusada de ser una espía fascista. Torturada por miembros comunistas del bando republicano y sentenciada a muerte, fue finalmente liberada gracias a la providencial mediación del cónsul Eric C. Wendelin y del Secretario de EEEUU  Cordell Hull, eso sí, con la condición de abandonar España.

Cumpliendo su parte del trato abandona España y se embarca en una gira de conferencias por todo Estados Unidos. Escribe artículos y narra por doquier las atrocidades cometidas por los republicanos como, por ejemplo, las vejaciones infligidas a una vendedora de flores que había osado comentar públicamente que no podía ser tan malo creer en Dios, o las violaciones sistemáticas de religiosas. Consigue ganarse al público católico estadounidense que presiona a la administración Roosevelt para que Estados Unidos mantenga su rigurosa política de no intervención, algo que, por otra parte, ya hacían todas las democracias occidentales que se negaron en bloque a apoyar a un bando que se presentaba como defensor de la libertad pero se encontraba teledirigido desde Moscú.

Además Jane Anderson ayudó a crear y promocionar el “Spanish State Tourist Service”, una iniciativa franquista muy poco conocida hoy en día y que seguramente les sorprenderá conocer: fue puesta en marcha por el director general de turismo y antiguo delegado de prensa franquista, Luis Bolín, como la primera y única agencia de viajes especializada en el turismo de guerra, su intención era permitir a los católicos estadounidenses y europeos comprobar de primera mano los efectos de la barbarie comunista.



Las personas que buscan unas vacaciones muy inusuales en vísperas de la Segunda Guerra Mundial podrían haber sido atraídas por el siguiente anuncio colocado en las oficinas de turismo de las principales ciudades de Europa: “La España Nacional le invita a visitar la Ruta de Guerra del Norte (San Sebastián, Bilbao, Santander, Gijón, Oviedo y el Anillo de Hierro). Vea el desarrollo de la Historia entre paisajes españoles de belleza insuperable.”

Así comenzaba un folleto turístico creado en abril de 1938 por los nacionalistas españoles y el recién formado Departamento Nacional de Turismo del Estado Español, en una medida sin precedentes los nacionalistas invitaron a los turistas europeos a visitar la "Ruta de Guerra del Norte" mientras la Guerra Civil Española aún estaba en marcha.

Treinta y cinco autobuses escolares amarillos fueron encargados a la Chrysler Corporation en los Estados Unidos y treinta y seis agencias de viajes en toda Europa distribuyeron folletos turísticos mientras periódicos internacionales publicaban los próximos eventos. El 1 de julio de 1938 el primer autobús recogió a sus pasajeros en el puente internacional de Irún, en la frontera franco-española.

El éxito de las campañas masivas de publicidad respaldadas por la actividad como propagandista de la señora Anderson, que regresó ese mismo año 1938 a España como empleada del ministerio de propaganda, ayudó a llenar de turistas todas las plazas disponibles de estas visitas prácticamente de inmediato convirtiendo el proyecto en un éxito económico y publicitario.

Durante un banquete ofrecido por el ministro de Asuntos Exteriores Juan Beigbeder, un destacado militar y político español de la época, llegó a decir de ella que había sido la mujer que más había hecho por España en la Guerra Civil, su actividad como propagandista llegó a ser tan relevante que pronto llamó la atención de la Reichs-Rundfunk-Gesellschaft, la Radio Estatal Alemana, que le ofreció un puesto en Berlín en el año 1940.

Desde la primavera de 1941 reside en Berlín donde, tras su encuentro con Joseph Goebbels que apreciaba su labor propagandística en España, comienza a publicar en el periódico nacionalsocialista publicado en inglés “News from Germany”. Cuando la Alemania nazi declaró la guerra a los Estados Unidos el 11 de diciembre de 1941 los ciudadanos estadounidenses fueron repatriados pero Anderson decidió quedarse en Alemania y desde el 14 de abril de 1941 hasta el 6 de abril de 1942 trabajó como locutora e una emisora de radio de onda corta que difundía propaganda pro-alemana a las tropas estadounidenses y británicas, retransmitiendo sus programas bajo el pseudónimo de "The Georgia Peach".

Anderson fue retirada de antena cuando en 1942 fue contraprogramada con éxito por la contrapropaganda de los EEUU. Aquí se le pierde la pista hasta su vuelta a las ondas en 1944 cuando hizo algunas difusiones que divulgan la brutalidad del ejército rojo en el frente del este.

El 26 de julio de 1943 Anderson junto con Fred W. Kaltenbach, Douglas Chandler, Edward Delaney, Constance Drexel, Robert Henry Best, Max Otto Koischwitz y Ezra Pound fue acusada de traición por el gran jurado del Distrito de Columbia. De este modo se convierte en una de las cuatro mujeres norteamericanas inculpadas por traición, suerte que corrieron otros célebres norteamericanos pro nazis como el poeta Ezra Pound que retransmitía desde Italia en favor de Mussolini.

Cuando la Alemania nazi se rindió en mayo de 1945 Anderson se escondió en varios lugares de Alemania y Austria. Por último, el 2 de abril de 1947, fue detenida en Salzburgo, Austria, y puesta bajo custodia militar estadounidense. El 27 de octubre de 1947 el Departamento de Justicia de los Estados Unidos retiró todos los cargos debido a la falta de pruebas. Indudablemente un factor determinante a su favor fue que Anderson había sido una ciudadana española por matrimonio desde 1934 lo que dificultaba legalmente el poder considerarla una traidora a los EEUU.

Anderson fue liberada en Salzburgo a principios de diciembre de 1947. Es en este momento el que decide asentarse junto con su marido a Almoharín, un hermoso y tranquilo pueblo de la provincia de Cáceres en el que Cienfuegos tenía posesiones y donde fue conocida popularmente como doña Juanita. A principios de los años sesenta el matrimonio se trasladó a la ciudad de Cáceres donde Jane impartió clases particulares de inglés y alemán.

Después de la muerte de su marido se mudó a Madrid donde en 1972 terminó una vida que podríamos calificar de novelesca. Descanse en Paz.