Las rutas comerciales han marcado
profundamente la geoestrategia a lo largo de la historia con todo lo que eso
conlleva, guerras, desarrollo económico etc. Curiosamente éste es un hecho que
muchas veces parecemos olvidar en nuestros análisis de política internacional.
Las Cruzadas, la caída de
Constantinopla, el descubrimiento de América… son acontecimientos íntimamente
relacionados con las rutas de comercio de sus respectivas épocas, la ruta de
las caravanas del desierto, la ruta de la seda o las rutas de navegación
abiertas por los portugueses.
En épocas más recientes, la
apertura del canal de la Mancha, en clara competencia con el ferrocarril de
Bagdad que se construía para conectar Berlín con la ciudad del entonces imperio
otomano, es señalada por muchos historiadores como la principal causa de la Primera
Guerra Mundial.
¿Pero qué ocurre hoy en día?
¿Siguen siendo las rutas marítimas tan importantes en la geoestrategia mundial
y la economía? Veamos las cifras.
El transporte marítimo aglutina
más del 90% del comercio internacional de mercancías y más del 50% del comercio
de petróleo en el mundo.
Como se puede observar en el
mapa, la densidad de flujos marítimos es mucho mayor en el hemisferio norte
gracias a la existencia de dos pasos estratégicos, el canal de Panamá y el canal
de Suez, que evitan a los buques tener que rodear los continentes sudamericano
y africano; estos dos cuellos de botella son, junto con el estrecho de Gibraltar,
los puntos más estratégicos para el ochenta por ciento del comercio mundial.
Los países a los que beneficia una
ruta marítima tienen interés en que por ella se transite con libertad y
seguridad, por ello controlar esos puntos neurálgicos del comercio mundial es
de una importancia geoestratégica difícilmente igualable.
En opinión de Jean-Paul Rodríguez,
profesor de la Universidad de Hofstra (Nueva York, EEUU) y autor del libro “Geografía
del transporte marítimo”, las rutas marítimas "… son los cimientos de la globalización. Es el sostén del
comercio internacional y toda la industria global está influida, de alguna
manera, por este sector". Curiosamente la visibilidad de la industria
del transporte marítimo es mucho más reducida que su importancia. La verdad es
que a la gente, por norma general, no le interesa saber cómo vienen las cosas.
Pero, a pesar de su escasa
visibilidad, la importancia de las rutas de comercio marítimo es tan
determinante en la geopolítica mundial que cualquier acontecimiento relevante
que las hiciera cambiar variaría el equilibrio de fuerzas y transformaría
profundamente el panorama económico y político del mundo.
El motivo por el que hoy me
decidido a escribir sobre esto es porque ese cambio que trastocaría el panorama
económico y geopolítico podría estar a punto de suceder.
La ruta marítima del norte, que
une el Atlántico y el Pacífico a lo largo de las costas de Rusia, podría estar
próxima a abrirse y sería una alternativa al canal de Suez y al de Panamá, lo
que la convertiría en un futuro próximo en uno de los corredores comerciales
más importantes del mundo. Esta ruta marítima posibilitaría una reducción
notable en la duración del trayecto de los envíos de mercancías desde el
Pacífico hasta las costas atlánticas de Europa y América del Norte (pasaría de
las 21.600 millas náuticas actuales a 14.600 para unir Hamburgo y Yokohama).
Tradicionalmente el sector
naviero tiene bajos márgenes de beneficio, los presupuestos de los portes por vía
marítima están tan ajustados que quien no tuviera acceso a esa nueva ruta
quedaría totalmente fuera de los precios de mercado y quien la controle
controlaría el grueso del tráfico marítimo de mercancías. Dicho de otro modo,
quien controle la nueva ruta comercial, controlará el comercio mundial.
Mucho se ha discutido sobre el
calentamiento global, yo personalmente discrepo con los ecologistas acerca de
que dicho calentamiento se esté produciendo por la acción de la mano del
hombre, pero lo realmente importante es que sea una u otra la causa, la tierra ciertamente
se está calentando y la ruta se ha hecho más fácilmente navegable. Ya en 2013
el primer gran mercante chino la llevó a cabo y desde entonces el número de
buques que la transitan va en aumento así como los esfuerzos rusos por
conseguir que la ruta sea transitable y segura.
Moscú aspira a mantener abierta
todo el año la ruta marítima del norte, cuya importancia no sólo tiene
dimensiones económicas, sino también estratégicas para Rusia. Las autoridades
rusas se han puesto el objetivo de aumentar la capacidad anual de la ruta marítima
del norte desde los cuatro millones de toneladas de carga actuales hasta los ochenta
millones de toneladas a medio plazo.
Para lograrlo, Rusia ha desarrollado
el diseño del nuevo 'superrompehielos' que permitirá operar a todo tipo de
naves en el Ártico durante todo el año y consolidará el liderazgo de Rusia en
la región; Rusia utiliza actualmente seis rompehielos de propulsión nuclear y más
de una docena de propulsión convencional. Al mismo tiempo la Armada rusa sigue
aumentando el número de buques que pueden operar en aguas del Ártico.
La Armada de EEUU, por su parte,
dispone de sólo dos grandes rompehielos, uno de los cuales está desde hace
varios años en reparación. EEUU ha quedado muy rezagado en la carrera por el
Ártico y se muestra incapaz de competir con Rusia, que ha elaborado una sólida
estrategia en la zona.
Cabe destacar el aumento de la
presencia militar de Rusia que, según un comunicado del Ejército ruso, ya ha
empezado a patrullar la ruta marítima del Ártico con sus aviones no tripulados.
Estos aparatos van a vigilar la zona ártica del país y observar la situación de
la formación de hielos en su tramo de la Ruta Marítima del Norte.
La ruta por el Atlántico norte no
sólo tendría importancia comercial como alternativa al canal de Suez, también
tendría gran importancia militar; prueba de ello es que cerca de cuarenta
buques de guerra la Marina de EEUU atraviesan mensualmente el canal de Suez y no
podrían hacerlo con la misma libertad en una ruta controlada por Rusia.
Con su creciente presencia
militar en el Ártico, Rusia también pretende afianzar sus reclamaciones sobre
las enormes reservas de petróleo y gas que se supone alberga esta región. Rusia
sostiene que su plataforma continental penetra tanto en el Polo Norte que puede
reclamar la soberanía sobre esta región. Los otros países limítrofes (Dinamarca,
Canadá, Noruega y EEUU) también están reclamando sus derechos. A principios de
agosto, Moscú reivindicó ante la ONU, con pruebas científicas de apoyo, la
soberanía de 1,2 millones de kilómetros cuadrados en el Ártico.
En medio de la disputa con sus
competidores, Rusia no sólo ha tomado la delantera a los demás países con sus reclamaciones
territoriales y de jurisdicción en la zona. El Ejército de Rusia ha estacionado
ya en el Ártico sistemas antimisiles del tipo Panzir, según informó el teniente general Kirill Makarov. Además Rusia
realizó en mayo maniobras militares de gran escala en el Ártico y, según el
comandante de la Flota del Norte que dirigió los ejercicios, "estas maniobras tienen como objetivo
aumentar la seguridad del Ártico ruso y garantizar la libertad económica de
nuestro Estado en esta región". El Ejército ruso también ha
fortalecido la aviación naval y las unidades de misiles antiaéreos emplazadas
en esta región
Después de lo visto, no deberían
sorprendernos las siguientes declaraciones del comandante de la Guardia Costera
de EEUU, almirante Paul Zukunft, a la revista Newsweek: "No jugamos
con Rusia en la misma categoría. Ni siquiera participamos en el juego".
En los últimos tiempos, Rusia ha
iniciado obras masivas de construcción en la región. Está levantando diez
estaciones polares, dieciséis puertos, trece aeródromos e incluso diez
estaciones de defensa antiaérea. Y lo que puede inquietar más a los EEUU es que
China respalda estas políticas, tal y como recordaban las declaraciones del
canciller ruso Serguéi Lavrov que declaró “China
es un socio prioritario de Rusia para cooperar en la zona del Ártico”.
Conclusión: la ruta marítima del Atlántico
norte, gracias al calentamiento global y al desarrollo de superrompehielos nucleares,
podría quedar abierta y cambiar el comercio marítimo; quien controle la nueva
ruta controlará el comercio mundial y Rusia parece haber arrasado a sus
competidores.
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