domingo, 7 de febrero de 2016

Merkel y el príncipe


En la célebre obra "El Príncipe", Maquiavelo abordaba la eterna cuestión acerca de si era preferible que el príncipe (político, podríamos decir hoy en día) debía ser amado o temido por sus gobernados.

Maquiavelo decía que lo preferible era, sin duda, conseguir ambas cosas, pero ante la dificultad de lograr ambas a la vez era preferible el temor, pues el amor del pueblo es muy volátil y poco se puede hacer para conservarlo ante las dificultades y los hombres dudan mucho menos en ofender al que se hace amar que al que se hace temer.

Pero Maquiavelo también advierte al hombre de estado que no es lo mismo hacerse temer que hacerse odiar y le anima a evitar esto último a toda costa, pues los odios se sumarán y crearán alianzas que terminarán derrotando al príncipe.

Para evitar el odio del pueblo decía Maquiavelo que el gobernante debe evitar dos cosas sobre todo, pues son las que con más seguridad la granjearían el odio: "El gobernante debe abstenerse de atentar contra los bienes de sus súbditos y contra el honor de sus mujeres".

Hoy, cuando vemos la popularidad de Angela Merkel en caída libre, nos damos cuenta de cuanta razón tenía Maquiavelo; la política con respecto a los refugiados de la señora Merkel ha traído un gasto exorbitante (17.000 millones de euros el primer año) y las más duras vejaciones a las mujeres alemanas...

Veremos si lo que hoy es una caída dramática de la popularidad de la señora Merkel no termina siendo un odio declarado por parte de sus gobernados y las consecuencias que esto pueda traer.

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