Hoy me gustaría hablar de cine, de cine con mayúsculas, porque hoy me gustaría hablarte de Leni Riefenstahl. Seguramente su obra cinematográfica es difícilmente igualable y sus películas estarán para siempre entre las grandes creaciones del Séptimo Arte, pero la vida de esta incomparable mujer supera con creces el interés de su obra.
A pesar de que su “incorrección política” la haya convertido en una desconocida para el gran público, es todo un ejemplo a seguir en muchos sentidos. Dejo este artículo como modesto homenaje y con la esperanza de darla a conocer a alguno de los lectores de este blog, especialmente los más jóvenes, porque la vida y obra de esta vital y emprendedora mujer es una parte importante de ese patrimonio artístico y cultural del que se les intenta privar.
Leni Riefenstahl nació en Berlín el 22 de agosto de 1902. De muy joven empezó a practicar ballet, cuando su exitosa carrera como bailarina se vio truncada prematuramente por una lesión en una rodilla. Pero Leni no fue una mujer que dejara que la adversidad la derrotara, lejos de quedarse sentada auto compadeciéndose por su carrera frustrada se propuso nuevos retos. Esta actitud la acompañó durante toda su vida, y con esa actitud en 1924 entra en contacto con el Doctor Arnold Frank tras ver una película suya sobre los Alpes Dolomitas, y es de su mano como entra en el mundo del cine protagonizando varias películas como “El Monte Sagrado”. Es en el transcurso de estos años en los que aprende a manejar la cámara junto al Doctor Arnold y será creadora de estilos junto a Eisenstein y Orson Welles, incluso adelantándose a ellos en muchas ocasiones; pero sin embargo no goza de su reconocimiento y popularidad.
Poco a poco va labrándose una reputación como actriz que sobrepasa las fronteras de Alemania, aún a costa de asumir riesgos físicos, filmando escenas arriesgadas, y económicos, pues colabora en la producción de muchos de sus filmes.
En 1932 decide filmar su primera película “La luz azul”, en la que además de dirigir interpreta el papel principal. La película es premiada en la Mostra de Venecia. Las películas se suceden y su prestigio y fama aumentan cada día.
Es en el año 1933 cuando Leni Riefenstahl ve a Hitler por primera vez en un mitin en Berlín y queda cautivada por él: «Fue como si se abriera la tierra delante de mí», escribirá en sus Memorias. Es en ese momento cuando a través de Rudolf Hess ofrece su talento al nuevo régimen y pasó a formar parte del círculo más íntimo de Hitler (del que se llego a decir que fue amante, algo que ella siempre desmintió) y estableció fuertes relaciones de amistad con muchos de los altos jerarcas del Reich como Rudolf Hess o Albert Speer, con el que colaboró en la creación de la famosa Catedral de Luz.
Se le encarga la realización de lo que hoy se conoce como La Trilogía de Nuremberg: “La victoria de la fe” (1933), “Día de libertad: nuestras Fuerzas Armadas” (1935) y “El triunfo de la voluntad” (1936). Esta obtuvo el Premio Nacional de Cinematografía, la medalla de oro en la Bienal de Venecia, y medalla de oro también en la Exposición Universal de París en 1937.
Para entender la fuerza y la genialidad de estas creaciones, leamos la siguiente anécdota que narra el periodista Carlos Fuentes en un articulo publicado en “El País” titulado "Leni, Buñuel y Roosevelt".
“Durante la Segunda Guerra Mundial, el gran realizador aragonés trabajaba en la cineteca del Museo de Arte Moderno de Nueva York a las órdenes de Iris Barry. Refugiado de la guerra de España, antifranquista convencido, desilusionado de Hollywood y la imposibilidad de hacer en California un cine personal, Buñuel encontró refugio en el museo neoyorquino, el ilustre MOMA.
Allí le fue encargada una misión que resultó imposible. A saber, tomar la película de Leni Riefenstahl sobre las concentraciones nazis en el estadio de Nuremberg, El triunfo de la voluntad, y transformarla de épico canto de exaltación germánica y nazi a arma de la propaganda contraria. O sea: Buñuel debía tomar la película de Leni, que lo era de propaganda nazi, y convertirla en película de propaganda anti nazi.
Buñuel realizó concienzudamente su trabajo inspirado por sus propias convicciones antifascistas, pero acaso determinado también por un respeto inevitable a la calidad estética de la película de Riefenstahl. Terminado el nuevo montaje anti nazi, Buñuel lo mostró en proyección privada a dos cineastas amigos suyos: Charles Chaplin y René Clair. Cada vez que Adolf Hitler aparecía en la pantalla, Chaplin -me contó Buñuel- se desternillaba de risa, señalaba con el índice al Führer y exclamaba:
-¡Me está imitando! ¿Se dan cuenta? ¡No hace más que imitarme a mí!
Pero mientras Chaplin reía inconteniblemente, René Clair guardaba un sombrío y gálico silencio. Por más hábil que fuese la nueva edición de Buñuel, a Clair no dejaba de preocuparle el poder estético del filme, la novedad misma que Riefenstahl traía al arte cinematográfico mediante su uso del montaje, el movimiento de cámara, los ángulos de las tomas, su hábil evocación de la épica grecorromana, el culto del cuerpo, la fascinación pagada. Riefenstahl, en efecto -y así lo entendió Clair-, era una nazi, pero también artista. Y su arte revolucionaba, con anterioridad a El ciudadano, de Welles, todas las formas establecidas de la estética cinematográfica.
René Clair sugirió que la película le fuese exhibida al presidente de los Estados Unidos Franklin D. Roosevelt en la Casa Blanca.
La proyección tuvo lugar y la opinión del presidente demócrata y líder de la Segunda Guerra fue terminante:
-No exhiban nunca esta película. Consérvenla, pero no la muestren. Si el público llega a verla, quedará convencido de que los nazis son invencibles. Es una película que desmoraliza nuestro esfuerzo bélico."
Con motivo de las Olimpiadas de Berlín de 1936 filmó una de sus principales obras, "Olympia", un megadocumental de más de cuatro horas de duración. Son significativos los avances técnicos y de producción utilizados por Riefenstahl en estos trabajos, en los que fue pionera usando medios y formas de rodaje y postproducción muy comunes hoy día en las producciones audiovisuales, pero indudablemente innovadores en la época.
“Olympia” tuvo un rodaje sin precedentes en la historia, durante el que Leni creó nuevas técnicas de rodaje, colocó cámaras submarinas en las piscinas, cavó zanjas para meter las cámaras y filmar a los atletas con el cielo de fondo, siguió a los corredores con un traveling y contó con treinta cámaras y sesenta operadores... Terminado el rodaje se fue a Grecia para rodar el prólogo donde, se dice, que una de las bailarinas desnudas era ella misma.
El documental fue un nuevo éxito de la cada vez más famosa Riefenstahl y con él ganó el León de Oro en la Mostra de cine de Venecia.
En 1938, Leni Riefenstahl se casó con un oficial de la Wehrmacht llamado Peter Jacob. Durante la guerra, perdió a su hermano en el frente ruso.
Durante la guerra continuó su rodaje de la película “Tierra Baja”, supuestamente ambientada en España, para lo cual tuvo que construir en plena Alemania una aldea de estilo español. Tras perder la guerra Alemania, Leni huye con su última película al Tirol Austríaco, pero es delatada por unos antiguos amigos a los estadounidenses que le quitan la película, el dinero y todo el equipaje. Regresa a Berlín con su marido donde es nuevamente detenida y encarcelada.
Una vez puesta en libertad es detenida, en esta ocasión por las fuerzas francesas, que la someterían a interrogatorios y torturas, y la trasladarían a una cárcel de mujeres ¡¡donde estuvo con camisa de fuerza y sometida a un tratamiento de electro-shock durante meses para curarla del nazismo!!
La volvieron a soltar y ¡fue detenida una vez más por los franceses!... en fin, qué decir de toda esta historia de detenciones y torturas, era Leni Riefenstahl y había que encerrarla aunque una vez tras otra no encontraran motivo para condenarla. Tras esta última detención la trasladan junto a su marido a un pueblo de la Selva Negra alemana donde estuvo recluida dos años y medio. En este periodo se separó de su marido.
Finalmente, en 1948, fue eximida de culpabilidad; no obstante, se le confiscaron todos sus bienes.
La directora vivió durante años gracias a la ayuda del Comité Olímpico Internacional y de algunos amigos, ya que por la distribución de algunas de sus películas no recibió ni un céntimo pese a que estaban siendo explotadas sin ningún escrúpulo. Finalmente, un buen día recibe una oferta de una productora italiana y sin dudarlo se traslada a Italia para trabajar rodando películas de alpinistas. La productora fracasó y Leni se quedó en la calle, hasta que otro productor italiano le propuso relanzar “La luz azul” con un nuevo montaje y nueva música.
En 1954, tras varios años de pleitos, consiguió recuperar parte de sus pertenencias, sobre todo sus rollo de película. Veinte años después de haber sido empezada, terminó el montaje y estrenó “Tierra Baja”. La directora alemana viajó a España trayendo tres guiones consigo que pretendía rodar pero, tras recorrer el país buscando financiación, le ofrecieron grabar un documental sobre España, que ella rechazó.
En 1962, ¡con sesenta años! Leni viajó a Sudán a conocer a una tribu, los nubas. Los reportajes que realizó sobre esta tribu cosecharon un gran éxito en los años 70 y le valieron varios premios a finales de la década. Las fotografías y filmaciones de “Los Nuba” dieron la vuelta al mundo. Para lograrlas se integró en las costumbres de la tribu y aprendió su lengua. Con su colaborador y cámara, Horst Kettner, en 1968, se adentró en territorios desconocidos y filmó a varias tribus que nunca habían tenido contacto con el mundo de occidente.
Su culto al cuerpo en forma de imágenes fotográficas y filmadas, sirvió a sus críticos para indicar sus evocaciones de la ideología nazi. En la última etapa de su vida profesional, prefirió eliminar de sus imágenes al ser humano. Desde mediados de los años setenta comenzó a fotografiar arrecifes de coral, un tema que incluso le permitió filmar una última película, ya absolutamente vaciada de contenido, “Impresiones bajo el agua”, que realizó con 97 años y presentó en el 2000, ya con 100 años.
¡¡Aprendió submarinismo a los 72 años y con más de 90 siguió lanzándose en paracaídas!!
La última vez que Leni visitó España fue en el año 2002. A sus cien años sorprendió a todos con su lucidez en las distintas entrevistas que concedió. Como muestra de su privilegiada memoria dejo esta anécdota recogida por Margot Molina en el diario “El País”, en su articulo titulado "La centenaria Leni Riefenstahl inaugura su exposición sobre los nubas en Sevilla".
"Leni Riefenstahl, que en esta primera aparición pública no dio lugar a preguntas, quiso volver a la Alhambra. Durante su reencuentro con el palacio, la cineasta alemana no paró de interrogar sobre los rincones que guardaba en su privilegiada memoria. “Insistía en que la llevaran a un lugar que ninguno de sus guías logró identificar. Ella describía la vista que recordaba desde la ventana, pero no lo identificaron. Por la tarde la llamaron para decirle que, efectivamente, el lugar existe y es una recóndita habitación que lleva más de 30 años cerrada. Cuando quiere recordar algo no cede hasta encontrarlo, así que quiso volver el miércoles para encontrarse con sus recuerdos”.
Leni Riefenstahl murió en su casa de Poecking, a bordo del «Starnberger See», en Baviera a los 101 años.
Leni Riefenstahl 1902-2003. No sé dónde se encontrará pero hay algo de lo que estoy seguro, y es que esté donde esté estará pensando cuál sería el mejor encuadre para captarlo con su cámara. Descanse en paz.
A pesar de que su “incorrección política” la haya convertido en una desconocida para el gran público, es todo un ejemplo a seguir en muchos sentidos. Dejo este artículo como modesto homenaje y con la esperanza de darla a conocer a alguno de los lectores de este blog, especialmente los más jóvenes, porque la vida y obra de esta vital y emprendedora mujer es una parte importante de ese patrimonio artístico y cultural del que se les intenta privar.
Leni Riefenstahl nació en Berlín el 22 de agosto de 1902. De muy joven empezó a practicar ballet, cuando su exitosa carrera como bailarina se vio truncada prematuramente por una lesión en una rodilla. Pero Leni no fue una mujer que dejara que la adversidad la derrotara, lejos de quedarse sentada auto compadeciéndose por su carrera frustrada se propuso nuevos retos. Esta actitud la acompañó durante toda su vida, y con esa actitud en 1924 entra en contacto con el Doctor Arnold Frank tras ver una película suya sobre los Alpes Dolomitas, y es de su mano como entra en el mundo del cine protagonizando varias películas como “El Monte Sagrado”. Es en el transcurso de estos años en los que aprende a manejar la cámara junto al Doctor Arnold y será creadora de estilos junto a Eisenstein y Orson Welles, incluso adelantándose a ellos en muchas ocasiones; pero sin embargo no goza de su reconocimiento y popularidad.
Poco a poco va labrándose una reputación como actriz que sobrepasa las fronteras de Alemania, aún a costa de asumir riesgos físicos, filmando escenas arriesgadas, y económicos, pues colabora en la producción de muchos de sus filmes.
En 1932 decide filmar su primera película “La luz azul”, en la que además de dirigir interpreta el papel principal. La película es premiada en la Mostra de Venecia. Las películas se suceden y su prestigio y fama aumentan cada día.
Es en el año 1933 cuando Leni Riefenstahl ve a Hitler por primera vez en un mitin en Berlín y queda cautivada por él: «Fue como si se abriera la tierra delante de mí», escribirá en sus Memorias. Es en ese momento cuando a través de Rudolf Hess ofrece su talento al nuevo régimen y pasó a formar parte del círculo más íntimo de Hitler (del que se llego a decir que fue amante, algo que ella siempre desmintió) y estableció fuertes relaciones de amistad con muchos de los altos jerarcas del Reich como Rudolf Hess o Albert Speer, con el que colaboró en la creación de la famosa Catedral de Luz.
Se le encarga la realización de lo que hoy se conoce como La Trilogía de Nuremberg: “La victoria de la fe” (1933), “Día de libertad: nuestras Fuerzas Armadas” (1935) y “El triunfo de la voluntad” (1936). Esta obtuvo el Premio Nacional de Cinematografía, la medalla de oro en la Bienal de Venecia, y medalla de oro también en la Exposición Universal de París en 1937.
Para entender la fuerza y la genialidad de estas creaciones, leamos la siguiente anécdota que narra el periodista Carlos Fuentes en un articulo publicado en “El País” titulado "Leni, Buñuel y Roosevelt".
“Durante la Segunda Guerra Mundial, el gran realizador aragonés trabajaba en la cineteca del Museo de Arte Moderno de Nueva York a las órdenes de Iris Barry. Refugiado de la guerra de España, antifranquista convencido, desilusionado de Hollywood y la imposibilidad de hacer en California un cine personal, Buñuel encontró refugio en el museo neoyorquino, el ilustre MOMA.
Allí le fue encargada una misión que resultó imposible. A saber, tomar la película de Leni Riefenstahl sobre las concentraciones nazis en el estadio de Nuremberg, El triunfo de la voluntad, y transformarla de épico canto de exaltación germánica y nazi a arma de la propaganda contraria. O sea: Buñuel debía tomar la película de Leni, que lo era de propaganda nazi, y convertirla en película de propaganda anti nazi.
Buñuel realizó concienzudamente su trabajo inspirado por sus propias convicciones antifascistas, pero acaso determinado también por un respeto inevitable a la calidad estética de la película de Riefenstahl. Terminado el nuevo montaje anti nazi, Buñuel lo mostró en proyección privada a dos cineastas amigos suyos: Charles Chaplin y René Clair. Cada vez que Adolf Hitler aparecía en la pantalla, Chaplin -me contó Buñuel- se desternillaba de risa, señalaba con el índice al Führer y exclamaba:
-¡Me está imitando! ¿Se dan cuenta? ¡No hace más que imitarme a mí!
Pero mientras Chaplin reía inconteniblemente, René Clair guardaba un sombrío y gálico silencio. Por más hábil que fuese la nueva edición de Buñuel, a Clair no dejaba de preocuparle el poder estético del filme, la novedad misma que Riefenstahl traía al arte cinematográfico mediante su uso del montaje, el movimiento de cámara, los ángulos de las tomas, su hábil evocación de la épica grecorromana, el culto del cuerpo, la fascinación pagada. Riefenstahl, en efecto -y así lo entendió Clair-, era una nazi, pero también artista. Y su arte revolucionaba, con anterioridad a El ciudadano, de Welles, todas las formas establecidas de la estética cinematográfica.
René Clair sugirió que la película le fuese exhibida al presidente de los Estados Unidos Franklin D. Roosevelt en la Casa Blanca.
La proyección tuvo lugar y la opinión del presidente demócrata y líder de la Segunda Guerra fue terminante:
-No exhiban nunca esta película. Consérvenla, pero no la muestren. Si el público llega a verla, quedará convencido de que los nazis son invencibles. Es una película que desmoraliza nuestro esfuerzo bélico."
Con motivo de las Olimpiadas de Berlín de 1936 filmó una de sus principales obras, "Olympia", un megadocumental de más de cuatro horas de duración. Son significativos los avances técnicos y de producción utilizados por Riefenstahl en estos trabajos, en los que fue pionera usando medios y formas de rodaje y postproducción muy comunes hoy día en las producciones audiovisuales, pero indudablemente innovadores en la época.
“Olympia” tuvo un rodaje sin precedentes en la historia, durante el que Leni creó nuevas técnicas de rodaje, colocó cámaras submarinas en las piscinas, cavó zanjas para meter las cámaras y filmar a los atletas con el cielo de fondo, siguió a los corredores con un traveling y contó con treinta cámaras y sesenta operadores... Terminado el rodaje se fue a Grecia para rodar el prólogo donde, se dice, que una de las bailarinas desnudas era ella misma.
El documental fue un nuevo éxito de la cada vez más famosa Riefenstahl y con él ganó el León de Oro en la Mostra de cine de Venecia.
En 1938, Leni Riefenstahl se casó con un oficial de la Wehrmacht llamado Peter Jacob. Durante la guerra, perdió a su hermano en el frente ruso.
Durante la guerra continuó su rodaje de la película “Tierra Baja”, supuestamente ambientada en España, para lo cual tuvo que construir en plena Alemania una aldea de estilo español. Tras perder la guerra Alemania, Leni huye con su última película al Tirol Austríaco, pero es delatada por unos antiguos amigos a los estadounidenses que le quitan la película, el dinero y todo el equipaje. Regresa a Berlín con su marido donde es nuevamente detenida y encarcelada.
Una vez puesta en libertad es detenida, en esta ocasión por las fuerzas francesas, que la someterían a interrogatorios y torturas, y la trasladarían a una cárcel de mujeres ¡¡donde estuvo con camisa de fuerza y sometida a un tratamiento de electro-shock durante meses para curarla del nazismo!!
La volvieron a soltar y ¡fue detenida una vez más por los franceses!... en fin, qué decir de toda esta historia de detenciones y torturas, era Leni Riefenstahl y había que encerrarla aunque una vez tras otra no encontraran motivo para condenarla. Tras esta última detención la trasladan junto a su marido a un pueblo de la Selva Negra alemana donde estuvo recluida dos años y medio. En este periodo se separó de su marido.
Finalmente, en 1948, fue eximida de culpabilidad; no obstante, se le confiscaron todos sus bienes.
La directora vivió durante años gracias a la ayuda del Comité Olímpico Internacional y de algunos amigos, ya que por la distribución de algunas de sus películas no recibió ni un céntimo pese a que estaban siendo explotadas sin ningún escrúpulo. Finalmente, un buen día recibe una oferta de una productora italiana y sin dudarlo se traslada a Italia para trabajar rodando películas de alpinistas. La productora fracasó y Leni se quedó en la calle, hasta que otro productor italiano le propuso relanzar “La luz azul” con un nuevo montaje y nueva música.
En 1954, tras varios años de pleitos, consiguió recuperar parte de sus pertenencias, sobre todo sus rollo de película. Veinte años después de haber sido empezada, terminó el montaje y estrenó “Tierra Baja”. La directora alemana viajó a España trayendo tres guiones consigo que pretendía rodar pero, tras recorrer el país buscando financiación, le ofrecieron grabar un documental sobre España, que ella rechazó.
En 1962, ¡con sesenta años! Leni viajó a Sudán a conocer a una tribu, los nubas. Los reportajes que realizó sobre esta tribu cosecharon un gran éxito en los años 70 y le valieron varios premios a finales de la década. Las fotografías y filmaciones de “Los Nuba” dieron la vuelta al mundo. Para lograrlas se integró en las costumbres de la tribu y aprendió su lengua. Con su colaborador y cámara, Horst Kettner, en 1968, se adentró en territorios desconocidos y filmó a varias tribus que nunca habían tenido contacto con el mundo de occidente.
Su culto al cuerpo en forma de imágenes fotográficas y filmadas, sirvió a sus críticos para indicar sus evocaciones de la ideología nazi. En la última etapa de su vida profesional, prefirió eliminar de sus imágenes al ser humano. Desde mediados de los años setenta comenzó a fotografiar arrecifes de coral, un tema que incluso le permitió filmar una última película, ya absolutamente vaciada de contenido, “Impresiones bajo el agua”, que realizó con 97 años y presentó en el 2000, ya con 100 años.
¡¡Aprendió submarinismo a los 72 años y con más de 90 siguió lanzándose en paracaídas!!
La última vez que Leni visitó España fue en el año 2002. A sus cien años sorprendió a todos con su lucidez en las distintas entrevistas que concedió. Como muestra de su privilegiada memoria dejo esta anécdota recogida por Margot Molina en el diario “El País”, en su articulo titulado "La centenaria Leni Riefenstahl inaugura su exposición sobre los nubas en Sevilla".
"Leni Riefenstahl, que en esta primera aparición pública no dio lugar a preguntas, quiso volver a la Alhambra. Durante su reencuentro con el palacio, la cineasta alemana no paró de interrogar sobre los rincones que guardaba en su privilegiada memoria. “Insistía en que la llevaran a un lugar que ninguno de sus guías logró identificar. Ella describía la vista que recordaba desde la ventana, pero no lo identificaron. Por la tarde la llamaron para decirle que, efectivamente, el lugar existe y es una recóndita habitación que lleva más de 30 años cerrada. Cuando quiere recordar algo no cede hasta encontrarlo, así que quiso volver el miércoles para encontrarse con sus recuerdos”.
Leni Riefenstahl murió en su casa de Poecking, a bordo del «Starnberger See», en Baviera a los 101 años.
Leni Riefenstahl 1902-2003. No sé dónde se encontrará pero hay algo de lo que estoy seguro, y es que esté donde esté estará pensando cuál sería el mejor encuadre para captarlo con su cámara. Descanse en paz.
Hola Winston...
ResponderEliminarLeni fue una pionera. No hablo estrictamente de fuera como los Lumiére, pero en el sentido técnico, el lenguaje de la imagen, tomó años de delantera a sus pares en Europa. Tomas a contrapicada (de abajo hacia arriba), gracias a fosos para los camarógrafos, son un hito. En otras películas como Triunfo de la Voluntad -proscrita por Nazi- se usó un elevador que permitió tomás increíbles en Nüremberg. Un ojo detallista descubrirá el pequeño canasto donde iba el camarógrafo en uno de los enormes mástiles que levantaban la bandera de NSDAP. Leni supo que las imágenes crean o refuerzan ideas. Su sentido plástico es enorme, incluso más allá de la estética anhelada por Goebbels, y sí, crea un culto al cuerpo humano, un sentido deportivo y de salud que se ve claramente en Olympia. Es una mujer genial, adelantada, y ciertamente, única. Saludos de napo...
¿Dónde podría pillar la película "Olimpia" ( y si puede ser subtitulada)??
ResponderEliminarEstimado Anónimo. Puedes encontrar la película Olympia en la Librería Europa, en persona o por correo. Te dejo el enlace al artículo. Si te decides a comprarla espero que la disfrutes.
ResponderEliminarhttp://www.libreriaeuropa.es/ficha.php?codart=VHS48
Un saludo
En el Corte Inglés también se puede encontrar un pack editado por CAMEO MEDIA, S.L. con 3 DVD: EL TRIUNFO DE LA VOLUNTAD, OLYMPIA y un Extra que contiene su cortometraje DIA DE LIBERTAD así como EL ALQUIMISTA e imagenes de LENI RIEFENSTAHL en el festival de Sevilla.
ResponderEliminarLa vida, el trabajo, el arte de Leni es otra prueba más de la gran mentira que dicen los progres que en otros regimenes políticos que ya sabemos como los tildan, la mujer estaba reprimida, relegada al hogar, supeditada al marido, etc.,que no tenía libertad.
Leni Riefenstahl es prueba de todo lo contrario, por ello había que ocultar su gran obra, de la cual he llegado a leer que en cierto modo todavía no ha sido superada, considerándose una obra maestra, insuperable.