miércoles, 20 de octubre de 2010

Justicia para Máximo Cajal


Cada capítulo de la Historia, ya sea el más heroico o el más mezquino, ha sido protagonizado por una serie de hombres cuyos nombres no se deben olvidar para ser recordados con respeto o con desprecio según el caso, y si de nuestra historia reciente se trata para ser premiados o reprendidos según sus méritos o sus errores.

Hoy me gustaría presentarles a uno de esos nombres, desconocido para el gran público, pero decisivo en el desarrollo de acontecimientos recientes de la política española, lo que le hace merecedor de no caer en el olvido para que en un futuro, esperemos que cercano, reciba todo aquello que el pueblo español considere que merece.

¿Su nombre? Máximo Cajal, español y diplomático de carrera para más señas, aunque no pasará a la Historia por haber conseguido firmar ningún acuerdo internacional claramente beneficioso para su país, pues parece ser que en el desarrollo de su carrera siempre ha estado más preocupado por la defensa de intereses ajenos que a los intereses de su patria, como en buena lógica correspondería a un diplomático español.

Actualmente este militante del PSOE es el representante personal de Zapatero para la Alianza de Civilizaciones y uno de los impulsores e ideólogos de este engendro; de hecho fue uno de los encargados de elaborar el “Plan de las 57 medidas” que servirían para impulsar el diálogo entre civilizaciones.

Este ideólogo socialista y hombre de confianza de Zapatero ha elaborado teorías políticas tan patrióticas como las defendidas en su libro "Ceuta y Melilla, Olivenza y Gibraltar. ¿Dónde acaba España?" en el que aboga por la cesión de la soberanía de Ceuta y Melilla a Marruecos.

Lean algunos párrafos de su libro y decidan ustedes mismo si éstas son palabras apropiadas para un diplomático español cuyo cometido se presupone que es la defensa de los intereses de nuestro país en el marco de las relaciones internacionales.

"Son una afrenta permanente a la integridad territorial del país vecino, sin que quepa al respecto invocar el argumento de sus respectivas poblaciones.”

“Madrid tiene que dar comienzo a una reflexión conjunta con Rabat sobre este delicado asunto, recogiendo de una vez la oferta que en su momento hiciera el rey Hassan II.”

“El destino futuro de Ceuta, Melilla, los peñones de Alhucemas y de Vélez, y de las Chafarinas, viene impuesto también por la Geografía, como sucede con Gibraltar, pero sobre todo por un nuevo imperativo ético que corresponde a un nuevo concepto del orden internacional.”

“Una reflexión que (...) desemboque en soluciones razonables y aceptables para ambos países, pero sin regatear por parte española, cualesquiera sean sus modalidades y plazos su definitiva marroquinidad."


Cajal asegura que “Hay que remediar una situación que me parece básicamente injusta. Una situación colonial que es una afrenta a Marruecos y un elemento de desasosiego y mala conciencia nacional para España, que se agita en cuanto se menciona el tema. Hay que reintegrar la integridad territorial a Marruecos”.

“Lo razonable sería retroceder inmediatamente peñones e islotes a Marruecos. Concertar un plazo de 20 años para retroceder la soberanía de Melilla y rechazar cualquier discusión sobre Ceuta hasta tanto hubiéramos incorporado Gibraltar a la soberanía española”.

Estas afirmaciones causaron un gran revuelo en Ceuta y Melilla y aunque la Asamblea de Ceuta aprobó una moción en donde pedía que no se publicara el libro, la obra se editó.

Alguien debería explicarle a este señor que abogar por la cesión de una parte del territorio nacional, hogar de miles de españoles compatriotas suyos (aunque parezca haberlo olvidado), a una potencia extranjera e históricamente hostil a España no es precisamente la función de un diplomático español, por mucho que sea el hombre de confianza de Zapatero y uno de los ideólogos de sus enfermizas alucinaciones.

El señor Máximo Cajal, en su incansable defensa de los intereses de España, llegó a afirmar en un artículo publicado en el diario “El País” el 14-02-2006, titulado “Blasfemia” en referencia a las consabidas caricaturas de Mahoma, lo siguiente: "No queda, a mi juicio, resquicio por el que pueda colarse explicación o justificación algunas a este atropello" calificándolas como "Las 12 estúpidas viñetas publicadas el pasado 30 de septiembre por Jylland-Posten".

Y es que el señor Cajal cada vez que salta a la palestra lo hace para defender los intereses de Marruecos, del mundo árabe o de cualquiera menos de España. Aún está por verse el día en que este ilustre diplomático sea noticia por una encendida defensa de los intereses patrios.

Una de las últimas y nunca suficientemente ponderadas acciones diplomáticas de este ideólogo socialista y hombre de confianza de Zapatero ha sido negar el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui mostrándose en contra de la posibilidad de que un nuevo Estado independiente y una vez más ¡sorpresa, sorpresa! a favor de las tesis defendidas por el gobierno marroquí en un articulo nuevamente editado por el diario “El País” el 11/01/2010, titulado "El Sahara y la razón de Estado".

Insisto en que alguien debería explicar a este señor que su labor no es la de defender los intereses marroquíes sino los españoles. Para empezar porque somos los españoles los que le pagamos el sueldo (que aunque desconozco su cuantía a buen seguro quisiera yo para mí) y para terminar porque siendo Marruecos una potencia que no tiene el más mínimo reparo en mostrar su hostilidad hacia España, alguien podría empezar a cuestionarse la lealtad de este diplomático e incluso alguien especialmente suspicaz podría empezar a intuir cierto tufillo a traición.

Claro que para llegar a usar la palabra traición hay que ser especialmente quisquilloso. Al fin y al cabo ¿quién no ha pensado alguna vez en entregar un par de ciudades de su país a una potencia extranjera?

Lo más preocupante del señor Máximo Cajal es su cercanía al presidente del gobierno, el tristemente famoso Rodríguez Zapatero, y es preocupante porque esa cercanía entre ambos militantes del muy leal a España PSOE no es casual, es decir, no están cerca como dos personas que se sientan una al lado de la otra en el cine o el autobús, si están cerca es porque nuestro presidente admira y comparte las tesis del señor Cajal. Sólo esto podría explicar que le buscara para convertirse no sólo en su hombre de confianza en su principal proyecto internacional de "Alianza de Civilizaciones" sino en uno de los ideólogos de la misma y además potenciara claramente su carrera diplomática nombrándole embajador en París, una de las joyas que todo diplomático sueña con ostentar como colofón de su carrera.

Qué lejos quedaron destinos menos lucidos como el de embajador en Guatemala, donde en un gravísimo incidente, siendo el señor Cajal embajador, murieron treinta y nueve personas entre ocupantes, ex funcionarios que se encontraban en la misión a invitación del propio embajador, empleados de la embajada y directivos del Instituto Guatemalteco de Cultura Hispánica.

Los hechos demostrados y reconocidos por todo el mundo alrededor de este incidente ocurrido el 31 de enero de 1980 son los siguientes:

La legación española, fue ocupada por un grupo de indígenas quichés, acompañados por estudiantes miembros del Frente Estudiantil Robin García del “Ejercito Guerrillero de los Pobres” y posteriormente, durante el asalto de la Embajada por parte de las fuerzas de seguridad guatemaltecas se produjo un violento incendio en el que murieron treinta y nueve personas y del que sólo salieron con vida un estudiante y el muy afortunado Cajal.

Hasta aquí las versiones coinciden. Fruto de este incidente las relaciones diplomáticas entre España y Guatemala se rompieron hasta El 22 de septiembre de 1984.

La mayoría de los españoles hemos olvidado el incidente y las explicaciones que sobre el mismo se nos han dado han sido escasas y confusas pero en Guatemala, al parecer, el saber hacer de este ilustre diplomático no ha sido olvidado con tanta facilidad, como demuestran algunos artículos que menciono a continuación.

Titulado "El abyecto Máximo Cajal", con fecha de publicación miércoles 20 de octubre de 2010 en el rotativo guatemalteco "El Periódico", podemos leer cosas como estas:

"Desde antes de que Cajal y López viniera a nuestro país a ocupar el cargo de Embajador del Reino de España, el Gobierno guatemalteco había sido informado por su respetable y bien recordado antecesor, el embajador Carlos Manzanares y Herrero, que Guatemala tendría que tener cuidado con él por ser muy conflictivo y de extrema izquierda, lo que no habría sido motivo de objeción de no ser porque se estaba viviendo una confrontación armada entre las fuerzas regulares del gobierno y la guerrilla subversiva apoyada por comunistas de varios países. No obstante, el gobierno del general Romeo Lucas cometió el error de extenderle el beneplácito reglamentario. Además, se sabía que él realmente deseaba ir a Cuba con ese mismo argo..."

"Aún antes de presentar los originales de sus Cartas Credenciales al Presidente de la República, Cajal expresó, en diferentes reuniones diplomáticas y sociales, ciertos comentarios impertinentes contra el gobierno guatemalteco y a favor de los subversivos, lo cual está prohibido en la Convención de Viena."

"El abyecto embajador Cajal planeó detalladamente, con los estudiantes activistas subversivos y el grupo de campesinos de Quiché, la toma “pacífica” (¿?) del edificio de las oficinas de la Embajada de España, plan que llamaron “De la subida” (en contraposición a Embajada) y para asegurarse que el hecho tendría resonancia internacional, convocó con inaudita insistencia, para que se presentaran en su oficina exactamente a la misma hora que los invasores, a los distinguidos juristas guatemaltecos Eduardo Cáceres Lehnhoff, ex vicepresidente de la República, Adolfo Molina Orantes, ex ministro de Relaciones Exteriores, licenciado Luis Beltranena Sinibaldi y doctor Mario Aguirre Godoy, quienes le habían pedido una cita para hacer arreglos para una próxima reunión de juristas en Guatemala. Fue tan vil la trampa artera que les tendió que su secretaria llamó por teléfono muchas veces a las oficinas de esos abogados insistiendo en que debían llegar a las 11 de la mañana, hora en la que estaba previamente programada la 'ocupación pacifica'."


En otro artículo titulado "La toma de la Embajada" también en "El Periódico" podemos leer "... para hacer recaer toda la responsabilidad de la tragedia solamente en el gobierno de Lucas García, con lo cual pretenden exonerar de culpa a quien realmente fue el autor de diabólica idea y organizó la toma de sus oficinas, así como la trampa que les tendió al ex vicepresidente Eduardo Cáceres Lehnhoff y al ex canciller Adolfo Molina Orantes: el neurótico y abominable embajador Máximo Cajal y López, un amargado y frustrado militante socialista que odiaba abiertamente al gobierno ante el cual representaba a su gobierno"

Otra noticia relacionada con el glorioso paso por la embajada de Guatemala de este hombre de confianza de Zapatero dice así:

“Piden extradición del ex embajador español Cajal por el incendio de Embajada de España en Guatemala.

En enero de 1980, un grupo de campesinos irrumpió en la Embajada para denunciar la represión del Ejército contra campesinos mayas GUATEMALA, 24 (EP/AP)

Familiares de algunas de las 36 personas que murieron en el incendio de la Embajada de España en Guatemala hace más de dos décadas, pidieron hoy la extradición del entonces embajador español Máximo Cajal, por su responsabilidad penal en el siniestro.

‘Yo lo único que pido es justicia, mi esposa era auxiliar del embajador Cajal y ella me llamó para decirme que él había dejado entrar a los campesinos’, aseguró Rodolfo Heriberto Anleu, viudo de María Rivas de Anleu, ex secretaria del diplomático español.”


Impresionante labor diplomática la de este hombre que protagonizó una acción absolutamente irresponsable ligada a movimientos de extrema izquierda y en una clara intromisión en asuntos internos del país ajenos a los intereses de España en la región, y que trajo como resultado la muerte de treinta y nueve personas y la ruptura de relaciones diplomáticas durante cuatro años con el país ante el que nos representaba y con el que al menos, en teoría, debía mantenernos en buenas relaciones.



Creo que con esto podemos hacernos una idea de cómo es este personaje, o como diría un castizo, de con qué gente nos jugamos los cuartos. Espero que su nombre no caiga en el olvido y algún día reciba exactamente lo que el pueblo soberano crea que debe recibir: ni una miaja más ni una miaja menos.

Seguro que ahora le sorprende menos volver a leer titulares como este "Zapatero, dispuesto a negociar la cosoberanía de Ceuta y Melilla" que fue publicado en el diario “El Imparcial” presidido por Luis María Ansón el 12 de octubre de 2008.

Espero poder presentarles próximamente a más merecedores de nuestro recuerdo.

6 comentarios:

  1. es inexplicable que ese mequetrefe...por cierto de nariz prominente...
    siga en activo...me pregunto si podría ser diplomático del Reino Unido alguien que negase
    la soberania británica en Gibraltar ó Malvinas

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  2. Muy buena observación, esto sólo puede estar pasando en este país. Por cierto, no me había dado cuenta de su nariz, interesante.

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  3. Tambien hay arios con buena tocha, no jorobemos.... no es el caso de este señor.

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  4. Espero que este necio de siete suelas, desleal y felón, tenga en la historia el microscópico y maoliente sitio que se merece.

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  5. manden a ese traidor a Guatemala, aquí tiene varias cuentas pendientes con la justicia y con gusto se los hospedamos en una de las cárceles de máxima seguridad por el tiempo suficiente como para que se vuelva loco o que se muera, lo que suceda primero

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