Una frase se ha ido repitiendo en los últimos años como si se tratara de una letanía o un mantra de la nueva era: "la ideología ha muerto". Junto con otras ideas fuerza, como la de "todos los políticos son iguales", estos mensajes han envenenado a la sociedad hasta el punto en que parece que toda discusión ideológica no tiene sentido, ignorando que siempre fueron las ideas las que cambiaron al mundo.
Por supuesto yo no creo que las ideologías hayan muerto, pero sí creo que la situación actual es premeditadamente confusa, y me dispongo a hacer un intento por desenmarañar la entelequia en la que nos hallamos inmersos, de forma que nos ayude a definir lo más nítidamente posible la línea del frente dialéctico e ideológico en el que, a día de hoy, se encuentra la batalla ideológica.
Quizá deberíamos empezar por definir qué es una ideología.
La Real Academia Española nos dice que es un “conjunto de ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento de una persona”. Ciertamente es una definición más que aceptable aunque se queda un poco corta para mi gusto, pues mi concepto de ideología es más amplio, más cercano al concepto de “Weltanschauung” creado por el filósofo Wilhelm Dilthey. Este termino en español se ha traducido como “cosmovisión” y, efectivamente, creo que una ideología es una visión completa que abarca desde la interpretación de la Historia al Arte, pasando por la economía, las estructuras sociales, el funcionamiento de las instituciones, la moral etc. En definitiva, una visión completa del mundo desde un ángulo determinado en el que se sitúa el espectador, un marco interpretativo a partir del cual elaborar doctrinas intelectuales y éticas.
En este momento habrá quien piense, bien, perfecto, entiendo lo que para ti supone una ideología y todo ese rollo de una visión completa del mundo, pero... en ese caso los que afirman que la ideología ha muerto tienen razón, pues cuando veo el panorama político de la España actual no existen dos visiones del mundo enfrentadas. Es más, parece que sus diferencias son cada día más pequeñas y se reducen a matices, que si el impuesto de patrimonio sí o no y cuestiones similares. En fin, que de visiones del mundo enfrentadas no hay ni rastro y cuando uno mira la actualidad política en el resto de Occidente se encuentra la misma e idéntica situación.
A quien esto alegue no le faltara razón, no existe un enfrentamiento ideológico entre el PP y el PSOE en España, o si lo preferimos, no existe ningún enfrentamiento entre la visión del mundo que tienen los socialdemócratas y los neoliberales.
Sus diferencias son de matiz, de mera gestión y aplicación práctica de una misma ideología, de una misma visión del mundo. La mejor prueba de que esto es cierto es que en las nutridas filas de los grandes partidos hay una clamorosa ausencia de ideólogos. ¿Alguien conoce a los principales ideólogos del PP y del PSOE? No, sencillamente ni están ni se les espera. ¿Para qué iban a necesitar ideólogos cuando no existe una pugna ideológica entre ambos? Tienen publicistas, jefes de campaña, expertos en comunicación, asesores de imagen... al fin y al cabo es en ese terreno de los mass media donde juegan su partida y no en el campo de las ideas.
Esperar encontrar ideólogos en sus filas sería tan ingenuo como esperar encontrarlos entre los equipos de la Coca Cola y de la Pepsi.
Es un error buscar un enfrentamiento ideológico entre la izquierda y la derecha, por la sencilla razón de que ambas se encuentran jugando en el mismo lado de la cancha desde hace mucho tiempo. Ambas comparten una visión del mundo y esa visión es un mundo globalizado donde el internacionalismo marxista y el sueño de un planeta como mercado único y sin aranceles se dan la mano.
El nuevo engendro, poco a poco y paso a paso, fue limando las principales diferencias que existían entre izquierda y derecha. La izquierda, corrompida por sus ansias de poder, renunció a sus tesis económicas y así, por ejemplo, no quedó ni un partido socialdemócrata que defendiera la existencia de una banca publica. Mientras, la derecha, corrompida por el dinero, renunció a defender los principios de orden moral y social que en otro tiempo le fueron propios, a cambio de que les dejaran disfrutar de las mieles de un mercado global en una economía draconianamente capitalista y hegemónica.
Esa nueva visión del mundo ha terminado acaparando el poder en la sociedad occidental, y así "los mercados", esa entidad difusa, dictan las decisiones a tomar por unos gobiernos cada vez más débiles, comportándose como auténticos dictadores en la sombra. Mientras, el marxismo cultural o la dictadura de lo políticamente correcto ha demostrado no tener rival en cuanto al diseño ético y moral de la nueva sociedad.
Veamos un par de ejemplos de esto:
François Mitterand fue elegido Presidente de Francia en 1981 con un programa realmente socialista que incluía la nacionalización de industrias básicas. Sin embargo, en 1983, los socialistas franceses abandonaron la idea de que pudiera haber “socialismo en un solo país”. En cambio, abrazaron la ilusión de la “Europa social”, una ilusión que fue desapareciendo a medida que la Unión Europea se fue desplazando hacia donde señalaban los gurús de los mercados. Los partidos socialistas europeos han apoyado enérgicamente todos los tratados de la UE, comenzando por el Tratado de Maastricht de 1992 que ha encorsetado a los países miembros en la más radical política económica neoliberal, unos acuerdos y mercados en los que los países firmantes han perdido la soberanía nacional necesaria para salir, aunque lo desearan, de la senda marcada por el capitalismo más deshumanizado.
Por otro lado encontramos ayuntamientos como el de Madrid, gobernados por la derecha durante años, que financian anualmente con extraordinaria generosidad las fiestas del “orgullo gay” sin preocuparse de que pueda ofender o no a alguien, mientras que cada Navidad coloca un alumbrado que evita a toda costa hacer alusión a cualquier motivo religioso para no ofender a aquellos que no compartan las creencias católicas. Madrid no es ni mucho menos una excepción: los concejales del ayuntamiento de Oxford han anunciado que van a referirse a la Navidad como “Festival Luminoso de Invierno”, y un responsable del Ayuntamiento de Sevilla prefirió denominarlo como “alumbrado del Solsticio de Invierno”, en lugar de alumbrado de Navidad. Eso sí, nadie pone trabas al consumismo desbocado que año tras año acompaña a estas fiestas.
Bienvenidos al Nuevo Orden Mundial. Ya no diremos ¡Feliz Navidad! Diremos ¡Felices compras! Una vez más consumismo neoliberal y marxismo cultural se abrazan en perfecta armonía.
Pocas estructuras se mantienen en pie frente al avance de esa colosal bestia que ha nacido de la hibridación del marxismo cultural y de la voracidad sin límites del capitalismo más ruin. Sin duda la existencia de las Naciones Estado y de los sentimientos nacionales siguen siendo una molesta china en el zapato de los partidarios del proceso de creación del mercado único global. Por otro lado, los pilares de la civilización occidental que descienden de la antigua Grecia y la imperial Roma dan soporte a los principios éticos y morales que, pese a todo, aún empapan en buena medida el tejido de nuestra sociedad y se oponen al marxismo cultural.
De esta forma la defensa de las Naciones Estado, contra a la unión ofrecida por los mercados, es donde se encuentra la trinchera ideológica, es donde encontramos realmente dos concepciones del mundo enfrentadas.
Es en la defensa de Occidente y de la identidad de las naciones que lo componen donde se está produciendo la verdadera batalla de las ideas, con dos bandos claramente diferenciados, con dos visiones del mundo irremisiblemente enfrentadas. Una intenta terminar con la civilización occidental y la identidad de las naciones que la componen mientras la otra intenta salvarla in extremis.
En este enfrentamiento la inmigración está jugando un papel primordial.
Los defensores del nuevo orden que intenta implantarse pensaron “Si Occidente ofrece una fuerte resistencia a cambiar, lo mejor que podemos hacer es terminar con Occidente”. Y en esto la inmigración es una herramienta de ingeniería social insustituible; hay que promover el mestizaje y la multiculturalidad como forma de acabar con una sociedad que tiene el mal gusto de rechazar y resistirse a los principios económicos de los neoliberales y a los principios éticos del marxismo cultural.
Ahora que hemos delimitado cuál es la línea de frente en donde sé está llevando a cabo la batalla ideológica, puede que haya algunas cuestiones que empiecen a parecerle menos incomprensibles.
¿Alguna vez se ha hecho usted alguna de estas preguntas?
¿Cómo es posible que el feminismo occidental guarde un vergonzoso silencio frente al uso del velo, como signo externo de sumisión al hombre, en las calles de nuestras ciudades?
¿Cómo es posible la tolerancia del colectivo homosexual frente a la homofobia declarada del Islam?
¿Por qué guardan silencio los sindicatos frente a la llegada masiva de mano de obra inmigrante que destruye el mercado laboral?
¿Por qué la derecha, que dice defender la familia, no toma medidas que estimulen y protejan la natalidad de los europeos?
¿Por qué la derecha, votada por la mayor parte de los pequeños comerciantes, firma acuerdos comerciales que los harán desaparecer fagocitados por las cadenas de grandes superficies, por las franquicias multinacionales, y por los comercios chinos?
Muy sencillo, el feminismo radical, el colectivo homosexual, los sindicatos, las multinacionales dueñas de las grandes superficies y las oenegés financiadas con dinero público etc juegan en el mismo equipo y no se ponen la zancadilla entre ellas. Su verdadero objetivo es la destrucción ética, moral y económica de Occidente.
La defensa de Occidente o su destrucción. Esas son las visiones del mundo enfrentadas, ese es el único y verdadero debate ideológico abierto a día de hoy. Las diferencias entre izquierda y derecha no son más que una maniobra de distracción, una representación teatral en la que el ciudadano, deslumbrado por la puesta en escena de los publicistas, no es consciente de que la escena final de la comedia es el fin de su mundo tal y como lo ha conocido.
Ahora usted decide si seguir sentado a la espera del final de la obra o, por el contrario, ocupa un puesto allí donde los patriotas occidentales luchan por preservar su identidad frente al Nuevo Orden Mundial.
Por supuesto yo no creo que las ideologías hayan muerto, pero sí creo que la situación actual es premeditadamente confusa, y me dispongo a hacer un intento por desenmarañar la entelequia en la que nos hallamos inmersos, de forma que nos ayude a definir lo más nítidamente posible la línea del frente dialéctico e ideológico en el que, a día de hoy, se encuentra la batalla ideológica.
Quizá deberíamos empezar por definir qué es una ideología.
La Real Academia Española nos dice que es un “conjunto de ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento de una persona”. Ciertamente es una definición más que aceptable aunque se queda un poco corta para mi gusto, pues mi concepto de ideología es más amplio, más cercano al concepto de “Weltanschauung” creado por el filósofo Wilhelm Dilthey. Este termino en español se ha traducido como “cosmovisión” y, efectivamente, creo que una ideología es una visión completa que abarca desde la interpretación de la Historia al Arte, pasando por la economía, las estructuras sociales, el funcionamiento de las instituciones, la moral etc. En definitiva, una visión completa del mundo desde un ángulo determinado en el que se sitúa el espectador, un marco interpretativo a partir del cual elaborar doctrinas intelectuales y éticas.
En este momento habrá quien piense, bien, perfecto, entiendo lo que para ti supone una ideología y todo ese rollo de una visión completa del mundo, pero... en ese caso los que afirman que la ideología ha muerto tienen razón, pues cuando veo el panorama político de la España actual no existen dos visiones del mundo enfrentadas. Es más, parece que sus diferencias son cada día más pequeñas y se reducen a matices, que si el impuesto de patrimonio sí o no y cuestiones similares. En fin, que de visiones del mundo enfrentadas no hay ni rastro y cuando uno mira la actualidad política en el resto de Occidente se encuentra la misma e idéntica situación.
A quien esto alegue no le faltara razón, no existe un enfrentamiento ideológico entre el PP y el PSOE en España, o si lo preferimos, no existe ningún enfrentamiento entre la visión del mundo que tienen los socialdemócratas y los neoliberales.
Sus diferencias son de matiz, de mera gestión y aplicación práctica de una misma ideología, de una misma visión del mundo. La mejor prueba de que esto es cierto es que en las nutridas filas de los grandes partidos hay una clamorosa ausencia de ideólogos. ¿Alguien conoce a los principales ideólogos del PP y del PSOE? No, sencillamente ni están ni se les espera. ¿Para qué iban a necesitar ideólogos cuando no existe una pugna ideológica entre ambos? Tienen publicistas, jefes de campaña, expertos en comunicación, asesores de imagen... al fin y al cabo es en ese terreno de los mass media donde juegan su partida y no en el campo de las ideas.
Esperar encontrar ideólogos en sus filas sería tan ingenuo como esperar encontrarlos entre los equipos de la Coca Cola y de la Pepsi.
Es un error buscar un enfrentamiento ideológico entre la izquierda y la derecha, por la sencilla razón de que ambas se encuentran jugando en el mismo lado de la cancha desde hace mucho tiempo. Ambas comparten una visión del mundo y esa visión es un mundo globalizado donde el internacionalismo marxista y el sueño de un planeta como mercado único y sin aranceles se dan la mano.
El nuevo engendro, poco a poco y paso a paso, fue limando las principales diferencias que existían entre izquierda y derecha. La izquierda, corrompida por sus ansias de poder, renunció a sus tesis económicas y así, por ejemplo, no quedó ni un partido socialdemócrata que defendiera la existencia de una banca publica. Mientras, la derecha, corrompida por el dinero, renunció a defender los principios de orden moral y social que en otro tiempo le fueron propios, a cambio de que les dejaran disfrutar de las mieles de un mercado global en una economía draconianamente capitalista y hegemónica.
Esa nueva visión del mundo ha terminado acaparando el poder en la sociedad occidental, y así "los mercados", esa entidad difusa, dictan las decisiones a tomar por unos gobiernos cada vez más débiles, comportándose como auténticos dictadores en la sombra. Mientras, el marxismo cultural o la dictadura de lo políticamente correcto ha demostrado no tener rival en cuanto al diseño ético y moral de la nueva sociedad.
Veamos un par de ejemplos de esto:
François Mitterand fue elegido Presidente de Francia en 1981 con un programa realmente socialista que incluía la nacionalización de industrias básicas. Sin embargo, en 1983, los socialistas franceses abandonaron la idea de que pudiera haber “socialismo en un solo país”. En cambio, abrazaron la ilusión de la “Europa social”, una ilusión que fue desapareciendo a medida que la Unión Europea se fue desplazando hacia donde señalaban los gurús de los mercados. Los partidos socialistas europeos han apoyado enérgicamente todos los tratados de la UE, comenzando por el Tratado de Maastricht de 1992 que ha encorsetado a los países miembros en la más radical política económica neoliberal, unos acuerdos y mercados en los que los países firmantes han perdido la soberanía nacional necesaria para salir, aunque lo desearan, de la senda marcada por el capitalismo más deshumanizado.
Por otro lado encontramos ayuntamientos como el de Madrid, gobernados por la derecha durante años, que financian anualmente con extraordinaria generosidad las fiestas del “orgullo gay” sin preocuparse de que pueda ofender o no a alguien, mientras que cada Navidad coloca un alumbrado que evita a toda costa hacer alusión a cualquier motivo religioso para no ofender a aquellos que no compartan las creencias católicas. Madrid no es ni mucho menos una excepción: los concejales del ayuntamiento de Oxford han anunciado que van a referirse a la Navidad como “Festival Luminoso de Invierno”, y un responsable del Ayuntamiento de Sevilla prefirió denominarlo como “alumbrado del Solsticio de Invierno”, en lugar de alumbrado de Navidad. Eso sí, nadie pone trabas al consumismo desbocado que año tras año acompaña a estas fiestas.
Bienvenidos al Nuevo Orden Mundial. Ya no diremos ¡Feliz Navidad! Diremos ¡Felices compras! Una vez más consumismo neoliberal y marxismo cultural se abrazan en perfecta armonía.
Pocas estructuras se mantienen en pie frente al avance de esa colosal bestia que ha nacido de la hibridación del marxismo cultural y de la voracidad sin límites del capitalismo más ruin. Sin duda la existencia de las Naciones Estado y de los sentimientos nacionales siguen siendo una molesta china en el zapato de los partidarios del proceso de creación del mercado único global. Por otro lado, los pilares de la civilización occidental que descienden de la antigua Grecia y la imperial Roma dan soporte a los principios éticos y morales que, pese a todo, aún empapan en buena medida el tejido de nuestra sociedad y se oponen al marxismo cultural.
De esta forma la defensa de las Naciones Estado, contra a la unión ofrecida por los mercados, es donde se encuentra la trinchera ideológica, es donde encontramos realmente dos concepciones del mundo enfrentadas.
Es en la defensa de Occidente y de la identidad de las naciones que lo componen donde se está produciendo la verdadera batalla de las ideas, con dos bandos claramente diferenciados, con dos visiones del mundo irremisiblemente enfrentadas. Una intenta terminar con la civilización occidental y la identidad de las naciones que la componen mientras la otra intenta salvarla in extremis.
En este enfrentamiento la inmigración está jugando un papel primordial.
Los defensores del nuevo orden que intenta implantarse pensaron “Si Occidente ofrece una fuerte resistencia a cambiar, lo mejor que podemos hacer es terminar con Occidente”. Y en esto la inmigración es una herramienta de ingeniería social insustituible; hay que promover el mestizaje y la multiculturalidad como forma de acabar con una sociedad que tiene el mal gusto de rechazar y resistirse a los principios económicos de los neoliberales y a los principios éticos del marxismo cultural.
Ahora que hemos delimitado cuál es la línea de frente en donde sé está llevando a cabo la batalla ideológica, puede que haya algunas cuestiones que empiecen a parecerle menos incomprensibles.
¿Alguna vez se ha hecho usted alguna de estas preguntas?
¿Cómo es posible que el feminismo occidental guarde un vergonzoso silencio frente al uso del velo, como signo externo de sumisión al hombre, en las calles de nuestras ciudades?
¿Cómo es posible la tolerancia del colectivo homosexual frente a la homofobia declarada del Islam?
¿Por qué guardan silencio los sindicatos frente a la llegada masiva de mano de obra inmigrante que destruye el mercado laboral?
¿Por qué la derecha, que dice defender la familia, no toma medidas que estimulen y protejan la natalidad de los europeos?
¿Por qué la derecha, votada por la mayor parte de los pequeños comerciantes, firma acuerdos comerciales que los harán desaparecer fagocitados por las cadenas de grandes superficies, por las franquicias multinacionales, y por los comercios chinos?
Muy sencillo, el feminismo radical, el colectivo homosexual, los sindicatos, las multinacionales dueñas de las grandes superficies y las oenegés financiadas con dinero público etc juegan en el mismo equipo y no se ponen la zancadilla entre ellas. Su verdadero objetivo es la destrucción ética, moral y económica de Occidente.
La defensa de Occidente o su destrucción. Esas son las visiones del mundo enfrentadas, ese es el único y verdadero debate ideológico abierto a día de hoy. Las diferencias entre izquierda y derecha no son más que una maniobra de distracción, una representación teatral en la que el ciudadano, deslumbrado por la puesta en escena de los publicistas, no es consciente de que la escena final de la comedia es el fin de su mundo tal y como lo ha conocido.
Ahora usted decide si seguir sentado a la espera del final de la obra o, por el contrario, ocupa un puesto allí donde los patriotas occidentales luchan por preservar su identidad frente al Nuevo Orden Mundial.
Muchas gracias por el articulo y aunque yo , ya sabia mas omenos lo que has expresado, no por ello deja de estar bien relatado.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus articulos son irrevatibles sin demagogia.
muy bueno el artículo, me ha gustado mucho!
ResponderEliminarwinston, les das mil vueltas a todos esos tertulianos de las televisiones que no paran de aburrir al personal con sus discusiones sobre el sexo de los angeles que no llevam a ningún sitio. Un artículo muy lúcido y claro, muchas gracias.
ResponderEliminarWhinston, ante todo, saludos.
ResponderEliminarAl hilo de este tema tuyo, hubo ayer una noticia que, no por esperada (Yo la sabia ya hace meses), deja de ser tremenda, en la fuerza de lo que nos dice, en la linea, mas agravada aún, de tu tema.
El nuevo gobierno libio, declara ser una república islamica, cuya suprema ley será la Sharia, y toda ley opuesta a ella, será abolida.
Podéis leerlo en 'el mundo' de ayer.
En el de hoy (25-10-2011), 'ha desaparecido', curioso, una noticia de tal poder........
Hace unas semanas, en Radio-5, lo escuché: 'La toma de Tripoli, ha sido dirigida por ...., lider taliban de paquistan,,,, '.
Hace unos meses, te indiqué que un periodista Francés (No recuerdo el nombre) vio personalmente desembarcar en las costas de Libia a decenas de miles de mujahidines fuertemente armados,,,,,,,,,,De los mismos portaaviones de la OTAN.
¿Como se explica que toda la maquinaria militar de la OTAN (Nuestros F-18 incluidos) haya colaborado con estos criminales para instaurar una republica islamica regida por la Sharia?.
Hace un año estuve viendo en 'la nave' el libro de Galiana.
Nunca hubiera podido creer lo que iba a pasar.
Están creando una zona de choque para asaltar Europa, por el sur.
El gran negocio, es la guerra, no ideologica, sino real.
En 50 años, me temo que menos, el norte de Africa es todo Islamico, regido por la Sharia, y fuertemente armado (Con dinero y ejercitos de la OTAN, es decir, sionistas),,,,,,,,,,,,,,,
Y me temo lo peor.
Muy buena la similitud, un ejercito de orcos, dirigidos por un superpoder, el señor del anillo (Las finanzas).
Saludos.
Javier.
Madrid.
España.
Ya es 1984,con la gran crisis financiera el circulo se ha cerrado.El nuevo orden mundial ya está aquí, la dictudura definitiva del sionismo se ha impuesto en el mundo. Ya nadie escapa de la nueva esclvitud impuesta por los siervos de la mentira, por los siervos de mamón...
ResponderEliminarPD: Irán, el último escollo de los tiranos