martes, 6 de julio de 2010

Al borde del abismo


Por desgracia la naturaleza humana, en demasiadas ocasiones, solo reacciona un segundo antes de caer al vacío, movida por la inmediatez del peligro.

Los occidentales, al ver amenazada nuestra identidad cultural y nuestra propia existencia como civilización, acosados por el mundialismo, la alianza de civilizaciones y todo tipo de memeces, empezamos a tomar conciencia como nunca antes en nuestra historia de formar parte de una misma entidad y de la necesidad de apoyarnos mutuamente.

Curiosamente, la unidad de Europa (la de sus pueblos, no la de los bancos) puede estar empezando a fraguarse como reacción frente a su decadencia.

Mientras fuimos fuertes y nos sentimos los amos del mundo, no vimos más amenaza al mirar a nuestro alrededor que la que podían suponer nuestros iguales, y de este modo luchamos entre nosotros para repartirnos el planeta, desangrándonos en guerras civiles europeas en las que combatimos con una ferocidad con la que solo los hombres que durante siglos dominaron el mundo pueden luchar.

Occidente ha estado a punto de perecer frente al único y formidable enemigo que podía batirle y ese no es otro que nosotros mismos.

Antes de nuestra ultima guerra civil, la Segunda Guerra Mundial, las tres primeras potencias mundiales eran Inglaterra, Francia y Alemania; cuando termino el fratricida conflicto y por primera vez en la historia, las dos primeras potencias del mundo estaban fuera de la Europa Occidental.

Hoy Occidente se enfrenta a un futuro incierto, esta vez no disputamos entre nosotros quién dominará el mundo, esta vez la lucha es para que el mundo no nos domine a nosotros.

Ha llegado el momento de decidir si hombro con hombro cerramos filas y nos unimos para formar la mayor fuerza que nunca antes se haya visto (aún somos capaces de hacerlo) o nos diluimos en las brumas de la historia como un azucarillo, en un mundo que nos devorará con hambre de deudas atrasadas.

Si seguimos pensando que los países no existen, que las razas no existen y que nuestra civilización debe ser sustituida por la multiculturalidad, lo único que efectivamente dejará de existir será Occidente, porque nadie salvo los occidentales han caído en esta endofobia enfermiza de la multiculturalidad que el judeomarxismo nos ha vendido y que nos ha llevado al borde del abismo.

El Caballo de Troya ya está dentro y no es otro que la inmigración y sus pérfidos colaboradores. El asalto final a Occidente ha comenzado, podemos estar frente a la última batalla de nuestra estirpe porque perder supondrá nuestra desaparición definitiva.

Y no nos engañemos, ningún país de Occidente está en disposición de poder sobrevivir en solitario a los inciertos tiempos que se avecinan. Esta vez o nos salvamos juntos o desaparecemos juntos.

La pasividad ya no es una opción.

6 comentarios:

  1. Una profunda reflexión que espero llegue a mucha gente.

    Hasta pronto.

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  2. El asalto final a Occidente ha comenzado, podemos estar frente a la última batalla de nuestra estirpe porque perder supondrá nuestra desaparición definitiva.

    Que gran verdad, nos jugamos todo. Malditos circuncisados que daño tan inmensa han causado desde que son el autoproclamado pueblo elegido.

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  3. Un saludo Obers_Hessler y bienvenido al blog. Ciertamente, el daño que esos sioinistas han causado es tan grande y tan profundo que la mayor parte de nuestros conciudadanos ni siquiera se han enterado de que el combate final en el que se decide su destino ya ha comenzado.

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  4. Con todos los respetos, no entiendo la inclusión del sionismo, malditos circuncisados; etc.,

    Yo me dí cuenta de la invasión a partir del 2000, 2001 y entonces recordé que ya los empecé a ver en el 1996.

    Desde el 2000 ha habido muchas elecciones de todo tipo y ya cambié el voto a partidos como Plataforma per Catalunya y DEMOCRACIA NACIONAL, y sin embargo a mi alrededor solo he tenido incomprensión, críticas cuando no menosprecio, por parte de los que han continuado votando a la misma mierda, corrupta y traidora

    Los culpables no son los que depredan o colaboran con los depredadores.Estos siempre habrá.Si se han multiplicado y sus fuentes son casi infinitas, es porque han pillado un pueblo, unos pueblos de Occidente cobardes, hedonistas, idiotas y cualquier calificativo es poco.

    La victoria o resultado es incierto y será difícil de conseguir, pero de lo que estoy seguro es que el partido final, la última batalla todavía no se ha librado, si es que puede existir el término última.

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  5. Hola Anónimo. Verás, creo que las referencias al sionismo son debidas a que muchos años años antes a que se produjeran la invasión podemos encontrar referencias de intelectuales marxistas y sionistas que abogan por la misma. Por ejemplo, los intelectuales de la escuela de Frankfurt, todos ellos marxistas y casi todos judíos abogaban ya en los años 20 por el mestizaje de los pueblos europeos y la multuculturalidad (por supuesto no por la suya, el pueblo elegido, el pueblo hebreo que se cuida muy mucho de mezclarse racialmente).

    Estos intelectuales debatieron en profundidad acerca de por qué las revoluciones marxistas no habían triunfado en Europa occidental, a pesar de haberse intentado. Podemos recordar el levantamiento espartaquista en Alemania, la toma del poder en Hungría por los comunista por un corto periodo de tiempo. Y estos intelectuales llegaron a la conclusión de que los sentimientos nacionales y el patriotismo eran el principal escollo a batir por parte del judeo-marxismo, y que la mejor forma de conseguirlo era la mezcla de razas, lo que hoy se llama multiculturalidad.

    Desde entonces sucesivos planes come el plan Morghentau y el Kalergi, siempre elaborado por sionistas, han hecho hincapié en conseguir de Europa un continente mestizo para doblegar a sus pueblos. Por eso, muchos creemos que la invasión no es fruto de la casualidad, sino de un plan preestablecido por el sionismo con la colaboración indispensable de los tontos útiles que conforman la progresía europea.

    Un saludo

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  6. Winston respondio perfectamente a por que los llamo malditos circuncisados y me quejo de sus canalladas y fechorias en nuestra desgracia actual.

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