Juan Pablo Vitali, poeta argentino, es uno de esos grandes hombres que Occidente ha alumbrado fuera de las tradicionales fronteras europeas.
Pero la distancia es sólo física, porque Vitali y su obra son parte del corazón y el alma de Europa.
Dejo aquí, como botón de muestra, una de sus últimas poesías de su blog, que por supuesto recomiendo encarecidamente.
Y aprovecho la ocasión para agradecerle el permitirme editar aquí alguno de sus versos.
Pero la distancia es sólo física, porque Vitali y su obra son parte del corazón y el alma de Europa.
Dejo aquí, como botón de muestra, una de sus últimas poesías de su blog, que por supuesto recomiendo encarecidamente.
Y aprovecho la ocasión para agradecerle el permitirme editar aquí alguno de sus versos.
NR
A nosotros no nos dieron
Una bandera prolijamente doblada.
A nosotros no nos dieron
Ninguna pensión.
A nosotros nos deprecia
La izquierda y la derecha.
A nosotros nos soñaron los dioses encendidos
Solitarios señores de la muerte y del exilio.
A nosotros no nos dieron la bandera
Dobladita, de los marines
Porque nosotros somos los abanderados
De los jirones negros del último infierno
Un minuto antes, del Apocalipsis.
Nosotros perdimos todas las guerras
Y entregamos hasta la última gota de sangre
Sin embargo el sol conservó para nosotros
Sus rayos invictos, y su alegría.
Nosotros somos los culpables
De todo lo que dice el noticiero
La suma maldad, el origen mismo
De todos los males.
Es curioso el temor que nos profesan
Si todas las guerras hemos perdido.
Es curioso que quieran
Perseguirnos de nuevo.
Ahora
Que sólo somos la sangre sobre la nieve
La memoria de niños con uniforme
Las espesas cenizas de la guerra civil
La luz cegadora del vacío.
Ahora que somos
El olvido del olvido
Inofensivos héroes del pasado
Hoplitas desnudos, obreros
Poetas, agricultores.
Ahora que somos
La sombra del acero
El eco del silencio
El azotar de las olas
En los desembarcos
La espada dormida del exilio
La desazón de la derrota
La raza extinta de los lobos
El cóndor despeñado
El suicidio ritual
La última rosa cultivada
Antes de subir al tren de los fusiles.
Ahora
Es curioso que el mundo
Esté como está
Si fueron los buenos, los vencedores
Los que salvaron el mundo
Los que doblan las banderas
Prolijamente
Cada vez que un pueblo sometido
Mata a un invasor.
Porque no son los nuestros
Los que arrasaron el mundo
No son las hondas cruces en la nieve
No son las ruinas de Montecassino
No es Mussolini colgado de los pies
Ni su amante Claretta Petacci
No es la División Azul ni la Falange
No es la impunidad de la posguerra
No son los trabajadores
Ni los que se mantuvieron
Fieles a su bandera en la derrota.
A nosotros nos perdió la lealtad y la sangre
La antigua tradición de los guerreros
La fe en el sol y en la semilla
La honradez del trabajo y del cultivo.
Por eso a nosotros nadie
Nos entregará una bandera
De sangre y de vacío
Doblada de vergüenza
De ser desplegada.
Por eso nuestra bandera
Es roja como la sangre
Y negra como la última noche del mundo
Cuando los dioses, preparan el amanecer.
Juan Pablo Vitali, ULTIMO SUR
A nosotros no nos dieron
Una bandera prolijamente doblada.
A nosotros no nos dieron
Ninguna pensión.
A nosotros nos deprecia
La izquierda y la derecha.
A nosotros nos soñaron los dioses encendidos
Solitarios señores de la muerte y del exilio.
A nosotros no nos dieron la bandera
Dobladita, de los marines
Porque nosotros somos los abanderados
De los jirones negros del último infierno
Un minuto antes, del Apocalipsis.
Nosotros perdimos todas las guerras
Y entregamos hasta la última gota de sangre
Sin embargo el sol conservó para nosotros
Sus rayos invictos, y su alegría.
Nosotros somos los culpables
De todo lo que dice el noticiero
La suma maldad, el origen mismo
De todos los males.
Es curioso el temor que nos profesan
Si todas las guerras hemos perdido.
Es curioso que quieran
Perseguirnos de nuevo.
Ahora
Que sólo somos la sangre sobre la nieve
La memoria de niños con uniforme
Las espesas cenizas de la guerra civil
La luz cegadora del vacío.
Ahora que somos
El olvido del olvido
Inofensivos héroes del pasado
Hoplitas desnudos, obreros
Poetas, agricultores.
Ahora que somos
La sombra del acero
El eco del silencio
El azotar de las olas
En los desembarcos
La espada dormida del exilio
La desazón de la derrota
La raza extinta de los lobos
El cóndor despeñado
El suicidio ritual
La última rosa cultivada
Antes de subir al tren de los fusiles.
Ahora
Es curioso que el mundo
Esté como está
Si fueron los buenos, los vencedores
Los que salvaron el mundo
Los que doblan las banderas
Prolijamente
Cada vez que un pueblo sometido
Mata a un invasor.
Porque no son los nuestros
Los que arrasaron el mundo
No son las hondas cruces en la nieve
No son las ruinas de Montecassino
No es Mussolini colgado de los pies
Ni su amante Claretta Petacci
No es la División Azul ni la Falange
No es la impunidad de la posguerra
No son los trabajadores
Ni los que se mantuvieron
Fieles a su bandera en la derrota.
A nosotros nos perdió la lealtad y la sangre
La antigua tradición de los guerreros
La fe en el sol y en la semilla
La honradez del trabajo y del cultivo.
Por eso a nosotros nadie
Nos entregará una bandera
De sangre y de vacío
Doblada de vergüenza
De ser desplegada.
Por eso nuestra bandera
Es roja como la sangre
Y negra como la última noche del mundo
Cuando los dioses, preparan el amanecer.
Juan Pablo Vitali, ULTIMO SUR
Grande Vitali
ResponderEliminarSí, Vitali tiene claridad en las ideas y el don de la palabra. Es un placer tenerte de nuevo por aquí Urban. Un saludo.
ResponderEliminar