lunes, 2 de noviembre de 2009

Decadencia.


Siempre he tenido la convicción de que una idea era capaz de cambiar el mundo, y así ha sido a lo largo de la historia. No es que esta idea fuera enseñada y asumida por todos y cada uno de los hombres de su tiempo, pero sí por sus élites intelectuales, científicas y artísticas que las plasmaban a su vez en sus pensamientos y sus obras, desde la literatura a la política pasando por la arquitectura, la pintura y filosofía. Y de esta forma, en un efecto cascada, de una reducida élite iba pasando al resto de la sociedad que de forma inconsciente asumía como ciertos y propios los pensamientos que regían su época.

De esta forma podemos ver cómo en Grecia la idea de que la naturaleza no respondía a hechos fortuitos o al capricho de los dioses, sino que seguía unas reglas fijas que podían llegar a entenderse, cambió la percepción del mundo y la forma en que el hombre interactuaba con él.

Vemos como el Humanismo y su nueva forma de ver el mundo dan lugar al Renacimiento. No es que cada ciudadano estudiara y asumiera los planteamientos de los humanistas, es que estos pensamientos estaban presentes en el mundo que le rodeaba, en la arquitectura, en la pintura en el teatro... y sin darse cuenta, sin haberlo meditado, la forma de ver el mundo de los humanistas había penetrado en él, influyendo de forma inconsciente pero intensa en su forma de ver y entender el mundo.

La pregunta que me surge creo que debería surgirle a cualquier hombre al que no le guste la sociedad en que vive ni la dirección que ha tomado ¿Qué ideas son las que rigen nuestro tiempo? Porque sin duda existen y son la raíz de la que nace todo lo demás. Y sin atacar esa raíz será imposible cambiar el rumbo, todo lo demás serán parches.

Posiblemente el nihilismo, con su negación de todo principio de autoridad o dogma, y el relativismo que nos enseña que la verdad depende del ángulo o perspectiva del sujeto, junto con la idea de que la búsqueda del placer, la ausencia del dolor y el éxito personal (prácticamente inseparable del éxito económico) parece ser lo único por lo que merece la pena luchar.

Estas son las ideas que han dado como fruto el mundo que conocemos.

Y estas ideas, como cualquier pensamiento que haya regido los designios de una época, han calado profundamente en todos nosotros, incluso mas de lo que creemos. Se encuentran presentes en todas partes y son la raíz que alimenta el mundo occidental.

Pero a diferencia de los pensamientos que caracterizaron otros periodos de la historia de occidente no solo pueden cambiar el mundo (esto ya lo han hecho) sino que pueden llegar a destruir la sociedad que los creo y asumió, desembocando en una profunda decadencia.

Tenemos que aprender a desaprender.

Son cientos de pensamientos los que debemos aprender a desaprender:

Porque los maestros no son uno más dentro del aula.
Porque nuestros hijos necesitan que seamos sus padres no sus mejores amigos.
Porque la tolerancia no es un bien absoluto, hay un límite donde la tolerancia deja de ser virtud.
Porque los éxitos y fracasos no se pueden medir por la cuenta bancaria.
Porque la usura y la especulación son actos vergonzosos, independientemente del beneficio que generen.
Porque no toda costumbre o actitud propia de otras culturas merece nuestro respeto.
Porque no tenemos deudas históricas sino un pasado del que enorgullecernos.
Porque...

En definitiva, porque una sociedad sin unos cimientos morales y unos referentes claros y compartidos es como una brújula que ha perdido el norte y gira sobre sí misma.

El resultado es una sociedad enferma con tendencias suicidas que avanza a marchas forzadas a su destrucción e indefensa ante las amenazas externas.

Por todo esto necesitamos de forma imperiosa una clase intelectual que sea capaz de defender bien nuevos principios, o bien principios viejos pero con fuerzas renovadas y sin complejos.

Hombres que se sepan y se atrevan a gritarle al mundo, paladines de un renacimiento de la cultura occidental.

2 comentarios:

  1. Enhorabuena por estas infos tan interesantes que pones, me he leído ya casi todas las entradas del blog, la del "hundimiento del Wilhelm Gustloff", que desconocía por completo...Esta también me ha llamado la atención, es completamente cierto, soy un crío de 16años y esta cruda realidad que vivimos hoy en día no me mola un pelo...
    ¡Simplemente darte ánimos y apoyo!
    Un saludo y mucho ánimo.

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  2. Bienvenido mi jóven amigo. Me es difícil explicar lo gratificante que resulta comprobar que hay personas tan jóvenes como tú que tienen inquietudes por el mundo que les rodea.

    Me alegra muchísimo que te haya gustado el blog, espero que sigas visitándolo y comentándolo.

    Un cordial saludo

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